El Instituto Catalán Internacional para la Paz (ICIP) fue creado por el Parlamento de Cataluña el año 2007, como entidad pública independiente, con el fin de «promover la cultura de la paz en la sociedad de Cataluña y en el ámbito internacional», según establece el artículo 1 de su propia Ley de creación.
Desde julio de 2009, año en que inició sus actividades públicas, el ICIP ha desarrollado este objetivo con un enfoque de construcción de paz basado en tres grandes componentes: a) herramientas de análisis de conflictos; b) actividades e instrumentos para favorecer el diálogo, el consenso y la gestión pacífica y constructiva de los conflictos; y c) esfuerzos por activar, de forma noviolenta, la acción colectiva de las sociedades. En los tres componentes la democracia tiene un papel esencial, en las dimensiones inseparables en que se fundamenta y practica en todas las sociedades y estados de derecho: deliberativa, participativa y representativa.
Por todo ello, el ICIP considera obligado pronunciarse sobre el Derecho a Decidir y su relación con la construcción de la paz, ahora que el Gobierno central ha decidido impugnar la nueva convocatoria del 9 de noviembre, planteada como un proceso de participación ciudadana sin ninguna consecuencia jurídica.
El ejercicio del Derecho a Decidir se ha convertido en un elemento primordial para asegurar la paz y la convivencia en Cataluña y el ICIP quiere manifestar que:
1. La nueva impugnación del Gobierno español, a pesar de ser una actuación legal que se justifica en la «preservación de la democracia y sus garantías», es un error y un contrasentido. La convocatoria del 9N quiere conseguir que un conjunto heterogéneo de personas exprese, en uso del derecho de expresión y manifestación que toda democracia tiene que proteger y fomentar, su opinión en forma de un proceso de participación, al amparo de la legislación autonómica, sin ningún efecto jurídico, dando cabida a procesos de acción colectiva de una mayoría significativa de la sociedad catalana. La impugnación es un error porque se prohíbe, en nombre de la democracia, uno de sus elementos centrales: la participación y el derecho de expresión. Y es un contrasentido al situar el foco en la arena jurídica y no en la política, un hecho que agrava la situación conflictiva y nos aleja del diálogo y de la búsqueda constructiva de soluciones.
2. La experiencia de construcción de la paz del ICIP nos hace insistir en la necesidad de encarar los conflictos, analizándolos y buscando soluciones políticas mediante el diálogo abierto y la búsqueda de soluciones mutuamente aceptables a corto, medio y largo plazo. Los procedimientos y las herramientas jurídicas sirven de fundamento para los resultados de negociaciones, pero nunca pueden sustituir la acción colectiva en pro del bien común ni el diálogo político entre las partes. Cuando en un conflicto una parte se siente sujeto político, con un apoyo parlamentario y social importante, hay que considerarla como tal si se quieren asegurar negociaciones exitosas.
3. La consulta a la sociedad catalana sobre su futuro político colectivo, entendida como parte de un proceso deliberativo y con total respeto a la diversidad y a la pluralidad, continúa siendo un objetivo ineludible. Es y será parte de la solución del conflicto, no parte del problema, como muestra la acaparadora mayoría de la sociedad catalana que quiere ser consultada. Por tanto, hay que encontrar una forma de saber qué quiere la sociedad catalana sobre su futuro político colectivo, y hay que hacerlo buscando nuevamente el entendimiento y el diálogo, en Cataluña y con el Estado central, y con rapidez. Hemos llegado ya a aquella fase de los conflictos en que el paso del tiempo complica, agudiza y polariza, y difícilmente ayuda a la solución constructiva y pacífica.
4. El 9N la sociedad catalana expresará su compromiso con el Derecho a Decidir y el rechazo a la prohibición y a la falta de soluciones negociadas. El ICIP, como parte de la sociedad catalana y como institución, apoya este proceso.
5. El horizonte de una fórmula que permita a la ciudadanía de Cataluña manifestar democráticamente, con todas las garantías, como ve su futuro colectivo obliga a recordar que es preciso esforzarse, particularmente ahora, para que el proceso continúe siendo pacífico, cívico, inequívocamente noviolento, y con total respeto al derecho a la diversidad y a la libre expresión de todas las opiniones.
En este sentido, nos parece útil recordar una reflexión lúcida de Lluís María Xirinacs, pacifista e independentista en unos momentos en que ambas cosas eran socialmente minoritarias, que puede servir para evitar caer en provocaciones: Luchar contra el fuerte cuando seamos débiles y contra nosotros mismos cuando seamos fuertes.
Barcelona. 4 de noviembre de 2014

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