El Comité Noruego Nobel ha otorgado el Premio Nobel de la Paz 2022 de forma conjunta a tres iniciativas de la sociedad civil -una individual y dos colectivas- por su labor de denuncia de crímenes de guerra y de defensa de la paz y los derechos humanos.
Los galardonados son el abogado y activista bielorruso Ales Bialiatski, encarcelado desde 2020, la organización rusa de derechos humanos Memorial y la organización ucraniana de derechos humanos Center for Civil Liberties.
Un premio significativo y oportuno
Es sin duda un premio muy significativo y oportuno en el momento convulso que vive Europa. En primer lugar, porque se galardonan iniciativas de tres países fronterizos (Bielorrusia, Ucrania y Rusia) que tienen un futuro unido, a pesar de la coyuntura actual.
Es, al mismo tiempo, un mensaje que pone en valor la labor, discreta pero imprescindible, de la sociedad civil para denunciar abusos contra los derechos humanos y criticar el poder. Un ejercicio «fundamental», según el director del ICIP, Kristian Herbolzheimer, porque «el espacio de crítica al poder se está reduciendo en todo el mundo, también en democracias o en espacios supuestamente democráticos».
Por último, este premio Nobel de la Paz interrelaciona los términos de paz, derechos humanos y democracia, tres conceptos estrechamente ligados. «Premiar a personas y organizaciones defensoras de los derechos humanos fortalece la democracia y contribuye, de esta forma, a construir la paz», asegura el director del ICIP.