Una cincuentena de personas han asistido este jueves 9 de marzo a la presentación del libro El tiempo de Ayotzinapa a cargo de Carlos Martín Beristain, autor de la obra y miembro del Grupo Interdisciplinar de Expertos Independiente (GIEI). El acto, organizado por el ICIP y la Taula per Mèxic, también ha contado con las intervenciones de Elena Grau, coordinadora de la área de Formación y Difusión del ICIP, y Arturo Landeros, representante de la Taula per Mèxic.
La noche del 26 de septiembre de 2014, en el estado mexicano de Guerrero, 43 estudiantes desaparecieron y seis personas más fueron asesinadas. Carlos Martín Beristain, uno de los investigadores de los hechos, narra en primera persona en El tiempo de Ayotzinapa cómo se llevó a cabo el proceso para aclarar la verdad e invita el lector a acompañarlo en el viaje. «Cuando decidimos hacer un informe de la investigación pensamos que nadie nos creería porque es una historia insólita», explica el autor. Por este motivo decidió escribir una novela negra «que fuera más allá y explicara la historia de lo vivido» durante los meses que duró el proceso de recogida de pruebas y la redacción del informe.
La obra, que podría parecer un relato de ficción, recoge la voluntad del equipo investigador de disipar la «niebla de silencio» en torno a los hechos. Para el autor es evidente que «se intentó crear una historia cerrada, pero en el ejercicio de contraste de pruebas se pudo refutar. Es un caso de desaparición forzada llevada a cabo por fuerzas del estado, no por el narcotráfico».
Ante todos los interrogantes que planteaba el caso, el GIEI tenía como objetivos buscar a los jóvenes desaparecidos, hacer una investigación criminal para aclarar los hechos y evaluar la atención a las víctimas. «Todo hecho dramático necesita una explicación. Hacía falta deconstruir la historia creada para evitar la culpabilización de las víctimas y dar respuestas a los familiares. Hasta entonces sólo había explicaciones distorsionadoras y culpabilizadoras que generaron conflicto entre las víctimas. Tuvimos que llevar a cabo tareas de diálogo para ayudarlas a entender lo que pasó», explica Carlos Martín.
De la investigación sobre el terreno ha destacado el impacto que le causó el trato con los familiares de las víctimas: «Los padres de los estudiantes desaparecidos nos pidieron que siempre les dijéramos la verdad y que no nos vendiéramos porque éramos los únicos en quienes confiaban. Nunca nos habían dicho una cosa así», recuerda el investigador. «Detalles como este te dan la medida de la profundidad de una historia».
Antes de concluir la presentación, Carlos Martín Beristain ha reconocido que le costó escribir el libro por el «dolor y la rabia» que le provocaba el caso. A pesar de que todavía no se haya podido descubrir la verdad, el investigador ha querido acabar con una lectura positiva de los avances llevados a cabo por el GIEI: «demostramos que con estándares de investigación internacionales podemos resolver casos. Es un ejemplo para académicos, sociedad civil y gobiernos».

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