El pasado miércoles 19 de febrero tuvo lugar en el Palau Robert de Barcelona la presentación del libro Los ojos del otro. Encuentros restaurativos entre víctimas y ex miembros de ETA (Editorial Salterrae), que recoge las experiencias de los encuentros que tuvieron lugar los años 2011 y 2012 entre personas que habían sufrido la violencia directa de ETA (ya sea como víctimas directas o como familiares) y personas que habían ejercido la violencia y que están cumpliendo condena.
El acto, organizado por el ICIP y seguido por más de un centenar de personas, contó con la presencia de Maixabel Lasa, víctima de ETA y participante en uno de los encuentros restaurativos que recoge el libro; Eduardo Santos, mediador en los encuentros; Esther Pascual, coordinadora del libro y del equipo de mediadores; Txema Urkijo, asesor de la Dirección de Víctimas del Terrorismo del Gobierno Vasco; y Rafael Grasa, presidente del ICIP.
Los encuentros celebrados entre víctimas y ex miembros de ETA -presos que se han desmarcado de la organización y han condenado la violencia-, nacieron de la voluntad misma de algunos reclusos de la prisión de Nanclares de Oca (Álava) de acercarse a sus víctimas, como parte de su proceso interior de separarse del ejercicio de la violencia. Eso, la buena recepción de la iniciativa por parte de las víctimas y la buena sintonía entre la Dirección de Víctimas del Terrorismo del Gobierno Vasco y la secretaría de Instituciones Penitenciarias, permitió realizar los encuentros, según explicó Urkijo. Entre los años 2011 y 2012 se llevaron a cabo un total de catorce encuentros entre víctimas y victimarios y todos fueron un éxito.
El papel del mediador
Los encuentros, ejercidos con total libertad por parte de los participantes, tuvieron una duración de entre dos y cuatro horas, y fueron preparados meticulosamente por parte de un equipo de mediadores coordinado por Esther Pascual. La tarea del mediador consiste en transmitir confianza para que los participantes se sientan cómodos y los límites son mu básicos, según explicó el mediador Eduardo Santos: ‘el respecto al otro, la actitud de diálogo y que el encuentro no produzca un daño mayor al daño causado previamente’.
Esther Pascual explicó que los encuentros restaurativos han servido ‘para dar respuestas a las víctimas -respuestas que no habían tenido durante el proceso penal-, para suprimir odios, para escuchar el dolor causado y para reconocer el valor del perdón.’ Y, según Pascual, había que publicar el contenido de estas experiencias ‘por responsabilidad ética, para dejar patente que el diálogo existe y la importancia de la justicia restaurativa’.
La experiencia de Maixabel Lasa
Maixabel Lasa, viuda de Juan María Jáuregui (ex gobernador civil socialista de Guipúzcoa asesinado por ETA el año 2000) es una de las víctimas que participó en estos encuentros. El 26 de mayo de 2011 se sentó al lado de la persona que mató a su marido, Luis María Carrasco, en la prisión de Nanclares de Oca. Ella explica la experiencia de este encuentro en el libro Los ojos del otro y también dio su testimonio en el acto celebrado el miércoles en Barcelona.
‘Fui al encuentro porque siempre he defendido, y defiendo, que todas las personas tenemos derecho a una segunda oportunidad’, explica. Y añade: ‘Le di la mano. Yo estaba tranquila pero Luis estaba bastante nervioso, avergonzado. Y lo primero que le pregunté es si conocía a mi marido. Él dejó claro que recibía órdenes y las cumplía. Tenía la autoestima por el suelo, repetía que todo lo que tenía era malo. Y yo le dije que si estábamos aquí es porque alguna cosa buena debía tener’.
Maixabel Lasa explica que participó en el encuentro con total libertad, que salió con ‘paz interior’, y pide respeto por haber hecho este paso, consciente de que algunas víctimas del terrorismo se han opuesto a estos encuentros.
El programa de encuentros restaurativos ha quedado en vía muerta desde que gobierna el Partido Popular. Según Txema Urkijo, ‘no ha habido una negativa rotunda a celebrar los encuentros pero el incremento progresivo de trabas y dificultades han llevado la iniciativa a un callejón sin salida, porque Instituciones Penitenciarias no cree en la reinserción’. Urkijo lamenta que, a pesar del alto valor pedagógico del programa, su difusión en el ámbito político haya sido muy deficiente y escasa.

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