“Los esperantistas de todo el mundo que fuimos a Francia para asistir al X Congreso Universal de Esperanto a celebrarse en París y que allí nos tocó presenciar la invasión guerrera y sufrir las penurias y privaciones de aquella trágica retirada por carreteras y ferrocarriles; los que fuimos a Francia para cantar himnos pacifistas y nos contestaron los cañones; (…) los que por no claudicar de nuestros ideales nos encerramos en bodegas faltas de luz y aire, nosotros tenemos que ser forzosamente esperantistas.”
Josep Prat i Bonet1
A principios del siglo XX, el auge nacionalista de las potencias europeas por un lado y la necesidad de la internacionalización de la investigación científica por otro, habían situado el debate sobre la lengua auxiliar entre las principales cuestiones de la agenda internacional. Era un debate que entroncaba con los dilemas intelectuales de la época, que iban desde cuestiones científicas a espirituales, de la identidad nacional o étnica al llamado problema judío y, sobre todo, a la posibilidad de la paz en las relaciones internacionales2.
Según una investigación sociológica contemporánea, si había algo que caracterizaba a buena parte de un movimiento tan diverso y plural como el esperantista era su vocación pacifista. En este sentido, no es exagerado afirmar que, de haberse producido, el congreso mundial de París de 1914 habría sido la mayor concentración de pacifistas de toda la historia3. Pero estalló la guerra y los esperantistas tuvieron que adaptarse a la nueva situación desarrollando funciones diversas, ya fuese a través de la prensa, mediante acciones humanitarias o participando en las organizaciones pacifistas.
El congreso mundial de esperanto de París de 1914 habría sido la mayor concentración de pacifistas de toda la historia
En primer lugar, informaban de los acontecimientos a través de sus publicaciones periódicas, frecuentemente desde posiciones cercanas al pacifismo. Un caso particular fue Internacia Bulteno, revista nacida en noviembre de 1914 para informar sobre la guerra desde el punto de vista oficial del gobierno alemán. Su objetivo era contrarrestar la propaganda inglesa, francesa y rusa sobre la crueldad de los alemanes, así como criticar las malas acciones de los adversarios. Mientras tanto, ante las dificultades que atravesaban las revistas en esperanto en la mayoría de los países de la triple entente y sus aliados, el debate sobre la neutralidad de la lengua internacional se producía en las páginas de The British Esperantist. Fue también en esta revista donde Zamenhof publicó su famoso Llamamiento a los Diplomáticos, a aquellos destinados a reconstruir Europa tras la Gran Guerra4.
Por otro lado, hay que destacar la acción humanitaria llevada a cabo por la Asociación Universal de Esperanto (UEA, por sus siglas en esperanto), que en aquel momento tenía su sede en la neutral Suiza. Desde Ginebra y bajo el liderazgo de Hector Hodler, daba noticias de los esperantistas prisioneros en uno y otro bando, con nuevas secciones en su revista como “Nuestros muertos” o “Esperantistas prisioneros de guerra”5. En este rol de mediador entre ciudadanos de países enfrentados, los voluntarios de la UEA, en colaboración con la Cruz Roja Internacional, recogían diariamente centenares de cartas y otra correspondencia privada a través de su red de representantes locales y las remitían a sus destinatarios6. Además, ayudaban a rastrear personas, distribuían alimentos, ropa, medicinas y ayudaban a repatriar a prisioneros de guerra. Se ha estimado que la cifra total de este tipo de servicios podría haber superado los 100.000 anuales7.
Más allá de las asociaciones esperantistas, encontramos numerosos partidarios de la lengua internacional entre los líderes de las principales corrientes pacifistas de la época: el pacifismo científico, el pacifismo feminista, el pacifismo religioso y el internacionalismo obrero. En lo que concierne al mundo intelectual, destacan los premios Nobel por la Paz Alfred H. Fried, co-editor con Bertha von Suttner de la publicación Die Waffen Nieder! (“¡Abajo las armas!”); y Henri Lafontaine, co-creador de la Clasificación Decimal Universal y presidente de la International Peace Bureau (IPB); el pintor Felix Moscheles, ahijado del músico Félix Mendelssohn y presidente de la asociación internacional Arbitraje y Paz; Gaston Moch, ferviente defensor de Alfred Dreyfuss en el affair que llevaba su nombre y presidente del Instituto Internacional de la Paz de Mónaco; o el periodista William T. Stead, muy activo en las Conferencias de Paz de la Haya y que murió en el hundimiento del Titanic dos años antes del inicio de la Gran Guerra8.
Encontramos numerosos partidarios de la lengua internacional entre los líderes de las principales corrientes pacifistas de la época: el pacifismo científico, el pacifismo feminista, el pacifismo religioso y el internacionalismo obrero
En cuanto al feminismo pacifista y antimilitarista, mencionaremos a modo de ejemplo a Sylvie Flammarion, que lideraba la asociación La Paz y el Desarme por las Mujeres, la cual se uniría a otras organizaciones para crear en 1915 la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (WILPF, por sus siglas en inglés). Otra persona destacada fue la cuáquera Priscilla Peckover, también miembro de la IPB. Y es que en esta época, tanto la WILPF como la IPB defendían el uso del esperanto para su correspondencia y reuniones internacionales. A propósito de la relación entre feminismo y esperantismo, Roberto Garvía ha destacado el (relativamente) elevado número de mujeres interesadas en la lengua internacional9.
Desde el punto de vista religioso, el esperantismo de la época reflejaba el mensaje universalista de la lengua, con ideas cercanas al ecumenismo y al diálogo interconfesional. Se trataba de propuestas adelantadas a su tiempo y que contrastaban con el catolicismo oficial. En este sentido, una figura fundamental fue Émile Peltier, defensor desde la revista Espero Katolika de lo que años después teóricos como Joan Botam llamarán macro-ecumenismo10. Otra persona activa en el ecumenismo católico, y enfrentada por tanto a la jerarquía eclesiástica de la época, fue el pastor alemán Josef Metzger. Fueron diversas las organizaciones que fundó, como la Liga Mundial Por la Paz de la Cruz Blanca, entidad católica internacional creada en 1916 que usaba el esperanto como lengua de trabajo. Posteriormente, Metzger se enfrentaría al régimen nazi y acabaría sus días ejecutado en 1944.
El esperanto tuvo también una fuerte difusión en el movimiento de objeción de conciencia, y por ello destacados promotores de la lengua auxiliar internacional pasaron los años de la guerra entre rejas. Uno de ellos fue el médico y escritor eslovaco Albert Škarvan, seguidor y amigo de uno de los principales referentes del pacifismo esperantista: Lev Tolstoy. Por su oposición al servicio militar, Škarvan fue arrestado en diversas ocasiones, la última en 1915 y permanecería en prisión hasta el fin de la guerra mundial. En ese momento estaba también en la cárcel el que sería el primer presidente de la Internacional de Resistentes a la Guerra, Fenner Brockway11.
Finalmente, cabe mencionar al esperantismo obrero y a su figura más destacada, Eugène Adam, conocido como Lanti. Se trataba de un pacifista radical con afinidad por el movimiento anarquista, que había aprendido la lengua internacional sirviendo en la guerra en una unidad de ambulancia. Y sería también un anarquista, Ángel Pestaña, seguidor de la posición antimilitarista de Enrico Malatesta y uno de los organizadores del Congreso Internacional por la Paz de 1915 de Ferrol, quien propondría en el contexto de la Tercera Internacional que cada delegado hablase en la lengua en que sintiese más cómodo y que hubiese solamente una traducción a la lengua auxiliar internacional. Esta propuesta no prosperaría12.
Ahora bien, el debate sobre la neutralidad y el pacifismo ante la guerra fue más allá del movimiento obrero. Así, muchos esperantistas fueron llamados a filas y muchos murieron en la contienda13. Entre los que lucharon hallamos al ya citado Gaston Moch y también a uno de los principales esperantistas catalanes: Frederic Pujulà i Vallès, a quien el estallido de la guerra encontró como a muchos otros en París. A la vez que Pujulà luchaba en el ejército, su mujer, Germaine Rebours, que había sido la secretaria del quinto Congreso Mundial de Esperanto (Barcelona, 1909), escribía en la revista El Poble Català artículos como «La mujer en la guerra», donde proponía la creación de un servicio de madrinas de guerra, -similar al que ya existía en Francia-, las cuales tendrían que ocupar el lugar de aquella madre, hermana o amiga que el soldado no tenía en el frente14.
Mientras tanto, la guerra seguía su curso y en abril de 1917 el movimiento esperantista sufriría una pérdida irreparable con la muerte de Zamenhof, iniciador de la lengua internacional. Afectado por las consecuencias de un devenir militarista que le tocaba muy de cerca – pocos meses antes se había suicidado su hermano menor Alexander15 -, no viviría para ver cómo la mayoría de sus descendientes perecían en el campo de exterminio de Treblinka. Sin embargo, no todo fueron malas noticias. En efecto, la violencia sacude conciencias y de las cenizas de la destrucción también pueden surgir nuevos proyectos.
Al acabar la guerra tuvieron lugar en Bilthoven (Holanda) una serie de conferencias que serán fundamentales para el futuro del pacifismo internacional16. En ellas se crearán tres instituciones que aún perduran: el Movimiento Internacional de Reconciliación, el Servicio Civil Internacional y la ya citada Internacional de Resistentes a la Guerra. Esta última se llamó originariamente Paco (que significa paz en esperanto) y siguió usando la lengua internacional como una de sus lenguas de trabajo y de difusión durante muchas décadas17.
En esta época, la acción esperantista se definirá como internacionalismo práctico, centrado en su dimensión humanitaria
En esta época, la acción esperantista se definirá como internacionalismo práctico, centrado en su dimensión humanitaria. Por ejemplo, los esperantistas de la zona austríaca de Estiria realizaron un llamamiento desesperado a sus correligionarios de otros países para que acogiesen temporalmente a los niños que sufrían privaciones en la dura situación de posguerra. Finalmente, trescientos niños austríacos fueron acogidos por familias españolas y algunos de ellos se quedarían a vivir de forma permanente en España18.
En total, se calcula que más de 35 millones de personas murieron a consecuencia de una guerra que asestó también un duro golpe a ideales universalistas como los del esperanto. Posteriormente, la época de entreguerras facilitará al esperantismo una nueva prosperidad tanto a nivel oficial – cabe recordar los debates a este respecto en el seno de la Sociedad de Naciones19-, como entre el movimiento obrero. Pero ésta es otra historia que será contada en otra ocasión.
1. Josep Prat i Bonet (Berga 1894, Córdoba/Argentina, 1936) fue un catalán que se convirtió en pionero del movimiento esperantista argentino. En Argentina fue también líder catalanista – fue socio fundador del Orfeó Català y miembro muy activo del Casal Català de Buenos Aires –, así como sindicalista. Véase el artículo de Prat, Patricia (2014). “Vaganta Hirundo. Omaĝaj vortoj honore de Josefo Prat i Bonet, pioniro de Esperanto en Argentino” Almanako Lorenz 2014. Rio de Janeiro, Brasil. Pág 133.
2. Uno de los estudios que mejor muestran la relevancia del movimiento por una lengua auxiliar internacional en las primeras décadas del siglo XX es Garvía, Roberto (2015). Esperanto and Its Rivals. The Struggle for an International Language. Philapelphia: University of Pennsylvania Press.
3. Esta afirmación se basa en tres premisas: a) En primer lugar, ya en el congreso mundial de 1913 en Berna la mayoría de las discusiones habían girado entorno a las cuestiones de la guerra y la paz. Véase Künzli, Andreas (2013). La 9a Universala Kongreso de Esperanto en Berno. Véase también Van Dik, Ziko (2012). Historio de UEA. Vitazna, Eslovàquia: Espero; b) En segundo lugar, el número total de inscritos fue de 3739, tres veces más que en Berna; c) Finalmente, según los datos recogidos en la investigación contemporánea mencionada, al menos un 30% de los esperantistas de la época habían aprendido la lengua porque la asociaban con valores pacifistas. Véase Reuben A. Tanquist (1927). A Study of the Social Psychology of the Diffusion of Esperanto with Special Reference to the English Speaking Peoples. M.A. thesis, University of Minnesota (Citado en Garvía 2015: capítulo 12). Véase también Rašić, Nikola. (1994). La rondo familia. Sociologiaj esploroj en Esperantio. Pisa: Edistudio. El lector interesado en una comparativa con el número de participantes en las conferencias por la paz de ese período puede encontrar numerosos datos en Shenton, Herbert N. (1933). Cosmopolitan conversation: the language problems of international conferences. New York: Columbia University Press.
4. Ver Guerrero, Javier (2015). «La premsa en esperanto durant la primera guerra mundial», Kataluna Esperantisto 362/363. Pág 11-12.
5. La UEA había sido fundada el 1908 por Edmond Privat – quien llegaría ser buen amigo de Romain Rolland y de Gandhi – y por Hector Hodler. Para un detallado análisis de la acción de Hector Hodler al frente de la UEA, véase el cap. 2 de Lins, Ulrich (2008). Utila estas aliĝo. Rotterdam: Universala Esperanto-Asocio. También Künzli ha examinado el rol de Hodler como teórico del pacifismo. Véase Künzli, Andreas (2013) . Milito kaj paco laŭ Hector Hodler.
6. Hay que señalar que la Cruz Roja distribuyó en esta época miles de ejemplares de diversas publicaciones en esperanto. Entre ellas, destaca un detallado vocabulario con la traducción a la lengua internacional del principal léxico sanitario en distintas lenguas, pensado para quienes en tiempos de guerra debían dar o recibir ayuda en ambulancias y hospitales. Véase Lavarenne, Christian (2012). Esperanto: Son idée interne dans ses origines et quelques-unes de ses expressions et manifestations (aide ou obstacle à la diffusion de la langue? Tesis doctoral en historia. Universidad Paris 13. Véase también Rodríguez, José María (1996), “The Esperantist Movement’s humanitarian activities in the two World Wars and its relationship with the International Red Cross” International Review of the Red Cross 312, pp. 315-322.
7. Jakob, Hans (1958). “La help-agado de UEA 1914-1918”, Esperanto 51. Pág. 55-57. (citado en Lins (2008: pág. 66). Véase también Lins, Ulrich (2000). «The work of the Universal Esperanto Association for a more peaceful world». Esperanto Documents 45 A. Rotterdam: UEA. Pág 7. De manera similar, la asociación juvenil cristiana YMCA repartió miles de libros para aprender esperanto entre los soldados presos de ambos bandos. En este sentido, véase Privat, Edmond (1927). Historio de la lingvo esperanto. Parto. 2 La movado 1900-1927. Ferdinand Hirt & Sohn: Leipzig. Pág. 95-96. Cabe subrayar que los años de prisión fueron un período particularmente apropiado para la difusión de la lengua internacional, ya que ello permitía que personas que no disponían de ninguna lengua en común pudieran entenderse en muy poco tiempo. Incluso hubo revistas en esperanto editadas en la cárcel, como en Rennbahn, Alemania. Véase Lavarenne (op. cit.).
8. Otros intelectuales pacifistas y partidarios de la lengua internacional fueron el Premio Nobel de Medicina Charles Richet, el Premio Nobel de Química Wilheld Ostwald o el psiquiatra Auguste Forel. Los tres, así como buena parte de los ejemplos mencionados sobre el pacifismo científico, el pacifismo feminista y el pacifismo religioso, están explicados en mayor profundidad en el capítulo 13 de Garvía (op. cit.). Por otro lado, Hèctor Alòs en la introducción de Catalan Esperantists: Pacifists in a Globalised World (ICIP Working Papers 2012/03) incluye a otras figuras destacadas, como Paul Berthelot, Jean Jaurès o Julia Isbrücker. De todos ellos, quizás fue Gaston Moch quien más trabajó para fortalecer el nexo entre pacifismo y esperantismo. En este sentido, vale la pena leer a Bourrelier, Paul-Henri (2008). «Gaston Moch, polytechnicien combattant de la paix». Annales des Mines – Réalités industrielles 2008/3. Pág 48-61.
9. En este sentido, algunos contemporáneos subrayaban el “carácter afeminado del movimiento: más emocional que racional, y falto de valores viriles, como el patriotismo o el militarismo” (Garvía op. cit: pág 97).
10. “Nos hace feliz ver que tanto socialistas, como judíos, protestantes y masones tienen sus propias revistas [esperantistas]. Nosotros iremos más allá. Abriremos nuestra revista a todos. Siendo justos, no pensamos que poseamos la verdad universal, y [por ello] estamos preparados para conceder que las personas cuyas ideas religiosas divergen de las nuestras nos pueden enseñar muchas cosas”. Espero Katolika I (1903), citado en Garvía (op. cit.: pág 190).
11. Cuenta Brockway en su autobiografía que, estando en régimen de aislamiento, sólo se le permitía tener un libro a la vez y que durante una temporada éste fue una edición del Nuevo Testamento en esperanto. Véase Brockway, Fenner (1977). Towards Tomorrow: The Autobiography of Fenner Brockway. London: Hart-Davis, MacGibbon. Pág 54. Y no muy lejos de Inglaterra, otro esperantista partidario de la objeción de conciencia era aseasinado en el Alzamiento de Pascua de 1916. Se trataba de Francis Sheehy-Skeffington, amigo de James Joyce y seguidor de las idees pacifistas y feministas de T. W. Stead. Véase Levenson, Leah (1983). With Wooden Sword: a portrait of Francis Sheehy-Skeffington, militant pacifist. Boston: Northeastern University Press. La relación de este periodista irlandés con el esperanto, apuntada por Leah (op. cit. pág 13), la confirmó Christopher Fettes – discípulo del político y profesor Owen Sheehy-Skeffington, hijo de Francis – en comunicación personal con el autor de este artículo el 31 de juliol de 2015 en Lille, Francia.
12. Véase Del Barrio, Toño (2009). “Anarkiisto proponis Esperanton al la komunista internacion”. Sennaciulo 05/06, n-ro 1247-1248. Por otro lado, un estudio de la relación entre el anarquismo y la lengua auxiliar internacional en España es el capítulo 2 de Marín, Dolors (2010). ¡em>Anarquistas: un siglo de movimiento libertario en España. Barcelona: Ariel.
13. Un ejemplo es Tivadar Soros – el padre de George Soros -, quien ha explicado sus vivencias en Siberia como prisionero de guerra en Modernaj Robinzonoj. Nova York: Mondial 1999 [1923]. También el escritor húngaro Julio Baghy escribió sus principales obras precisamente durante sus años de cautiverio en Siberia.
14. Véase el capítulo 6 de la tesis de Maria Marchese, “Visca França, Visca Catalunya!” La Catalogna durante la Prima Guerra Mondiale: una prospettiva di genere, Universidad de Nápoles.
15. Alexander Zamenhof se habría quitado la vida ante las atrocidades y la crueldad de la guerra. Véase Banet-Fornalowa, Zofia (2000). La familio Zamenhof. La Chaux-de-Fonds: Kooperativo de Literatura Foiro.
16. Entre los más activos participantes en estas conferencias se encontraba el mencionado Josef Metzger. Véase Prasad, Devi (2005). War is a Crime against Humanity: The story of War Resisters’ International. London: War Resisters’ International. Pág 89.
17. Véase Prasad, Op. Cit. Pág 89, 95, 143 y 478.
18. Véase Cortès, Lurdes (2011). «Els nens austríacs acollits a Osona (1920-1923)», AUSA, XXV (167). Pág 209-247.
19. Véase el informe del subsecretario de la Sociedad de Naciones, Inazo Nitobe: Esperanto and the Language Question at the League of Nations , de 1921.
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