La desaparición forzada es un problema reciente en la historia latinoamericana y colombiana, teniendo como principal responsable el Estado y los grupos armados narcoparamilitares. Por citar uno de los acontecimientos más atroces en la historia colombiana, la Operación Orión, realizada en el barrio San Javier, comuna 13 de la ciudad de Medellín, el 16 de Octubre de 2002, evidenció que el Estado -con apoyo de paramilitares- perpetró ataques indiscriminados por tierra y aire a la población civil indefensa. Igual que ésta, se han dado alrededor de 23 operaciones como la Mariscal, Otoño, Contrafuego, Potestad y Antorcha en la ciudad de Medellín, las cuales han puesto de relieve la desaparición forzada como una problemática en el marco del conflicto armado colombiano.
Antes, durante y después de estas operaciones militares ha ido creciendo en la misma comuna una montaña: la Escombrera, lugar utilizado para arrojar desperdicios de materiales de la zona, que a su vez se constituye la fosa común más grande de la ciudad, puesto que sirvió para ocultar y sepultar los cuerpos de más de 300 personas en el marco del conflicto armado que se vivía en la zona urbana.
Frente a esta situación, han sido las organizaciones de víctimas conformadas principalmente por madres, esposas, hijas y abuelas, entre otras, quienes comienzan a salir a los espacios públicos, por medio de acciones colectivas, a denunciar lo sucedido en medio del conflicto armado. Estas organizaciones surgen como espacio de exigencia de verdad frente a lo ocurrido en el contexto de violación de los derechos humanos.
Cada año se conmemora y se dignifica a las personas desaparecidas, con el fin de exigir la búsqueda en la Escombrera, el esclarecimiento, la justicia integral y las garantías para que esta historia no se vuelva a repetir; por lo que se parte de reconocer la necesidad de generar acciones directas y simbólicas de resistencia para transformar y forjar las memorias del futuro.
Si la violencia nos mueve, nosotros también nos movemos
En este sentido el presente artículo pretende recuperar el proceso desarrollado por el colectivo Agroarte en la comuna 13 de Medellín, destacando las acciones colectivas emprendidas y la resignificación que hacen del cuerpo, la vida y la muerte en el marco del conflicto armado colombiano, con la intención de evidenciar potencialidades de incidencia política y reivindicación de los derechos de las víctimas de desaparición forzada en Colombia.
El colectivo Agroarte
El colectivo Agroarte nace hace 15 años como proceso de resistencia ante la Escombrera. Al lado de este polémico lugar se inicia un proceso de siembra y creación musical con mujeres del sector. Poco después, por la agudización del conflicto, se recibieron amenazas contra la vida de las y los integrantes del colectivo, por lo que la acción se trasladó a la parte baja de San Javier, donde desde hace 10 años se generan procesos de memoria, reconstrucción de tejido social y empoderamiento comunitario a través de la siembra y el arte. El desplazamiento forzado detonó el cambio de nuevas maneras de sembrar en lo urbano, al borde de carretera, en paredes y espacios públicos, desde las que recuperar escenarios de miedo y de estigmatización. Si la violencia nos mueve, nosotros también nos movemos.
Al desplazar la vida y el proceso del colectivo Agroarte se generaron otros aprendizajes en espacios de la ciudad y del país, articulando prácticas, vivencias y experiencias a través de la siembra y el arte. A partir de la unión de saberes se construye la metodología de Agroarte, que busca la expresión del sentir natural frente al territorio, plasmado en manifestaciones artísticas que aporten elementos para la recuperación de la memoria colectiva, desde el quehacer de las comunidades. Se unen historias del campo, de tierra, tal y como afirma Aka, fundador del colectivo: “Si el hip-hop es calle, debajo de la calle hay tierra y la tierra contiene nuestra historia, nuestra memoria y nuestra lucha”.
Arte, cuerpo y territorio
De las múltiples manifestaciones artísticas promovidas por Agroarte, existe una acción colectiva que se ha mantenido y fortalecido en el tiempo y que reviste especial interés por su potencial reflexivo y transformador de las comunidades. “Cuerpos gramaticales”, además de ser una acción colectiva, se asume como metodología a través de la cual se irrumpe en el espacio público urbano. Esta acción perfomática surge el 16 de octubre de 2014 para conmemorar los 12 años de la Operación Orión. Es una siembra simbólica de cuerpos que representa la metáfora de la vida que en tanto semilla que crece, florece y produce frutos, hace parte de la construcción social de mundo. Tal y como lo expresa una de las integrantes, “Cuerpos gramaticales” es “encontrarse con la raíz, no solo de la tierra profunda y sentida, sino con la raíz propia, la que hay en la inmensidad de cada uno”.
La acción consta de una serie de actividades que buscan generar reflexiones sobre el territorio, comprender la historia y alcanzar la catarsis colectiva. En estos términos, se realiza un proceso de formación y preparación del cuerpo durante cuatro meses, en el cual los participantes se disponen, no solo para sembrarse, sino para entender los dolores y las construcciones desde el territorio. El primer momento del proceso de formación busca preparar el cuerpo y movilizar las emociones en torno a temas como cuerpo-territorio, cuerpo-memoria y literatura-cuerpo; en un segundo momento está la puesta en escena de la acción performática que es un escenario de encuentro, visibilización y denuncia en el que las diversas manifestaciones de barrio, ciudad, país y mundo se juntan para sembrarse colectivamente hablando de sus resistencias, construcciones y utopías.
La metodología de Agroarte busca la expresión del sentir natural frente al territorio, plasmado en manifestaciones artísticas que aporten elementos para la recuperación de la memoria colectiva
Esta metodología de Agroarte tiene la intencionalidad de desnaturalizar las muertes por los excesos de violencias vividas en el territorio, a partir de la generación de espacios donde se posibilite la reconstrucción de la historia desde voces que se resisten a olvidar, y generar a su vezrechazo hacia cualquier dimensión del conflicto armado a través de acciones que resignifican la vida y se niegan a olvidar los crímenes de lesa humanidad.
“Cuerpos gramaticales” habla de esos cuerpos del tejido social que las violencias durante años han fragmentado y sometido a condiciones de miedo y silencio histórico; con la acción se quieren movilizar los escenarios políticos, sociales y civiles con ejercicios artísticos que revelen las luchas que hay en los territorios. Para Wilmar Botina, miembro de Agroarte y uno de les impulsores de “Cuerpos gramaticales”, la acción “no sólo acompaña la memoria de la víctimas, también posibilita el encuentro con las luchas y construcciones colectivas en los territorios”.
En el 2015 se realizó la segunda edición de “Cuerpos gramaticales”, en la que se hizo un proceso de formación y preparación con personas del territorio y de la ciudad interesados en participar de la acción performática con reflexiones en torno al cuerpo político, social y territorial, en la que se unieron 25 procesos de país. Para la tercera edición en 2016, “Cuerpos gramaticales” se organizó en tres lugares de Colombia: en Bogotá, en el marco del día internacional del detenido desaparecido; en Medellín, 14 años después de las operaciones militares, y en Tumaco, para la visibilización de las amenazas y el desplazamiento forzado de las y los jóvenes. Fue una apuesta por unir la historia de Colombia y hablar de la memoria como una forma de dignificar la vida y las personas que han dado su vida por la construcción de país.
“Cuerpos gramaticales” habla de los cuerpos del tejido social que durante años las violencias han fragmentado y sometido a condiciones de miedo y silencio histórico
Este año, “Cuerpos gramaticales” se ha realizado nuevamente en tres lugares de Colombia: Bogotá, en el marco de la conmemoración de las ejecuciones extrajudiciales o mal llamados falsos positivos; en el cañón del río Cauca Antioqueño, por la defensa de los territorios y la búsqueda integral de las y los desaparecidos, y en Manizales, como reivindicación a la memoria viva de las organizaciones de víctimas1. Cada edición de ”Cuerpos gramaticales” ha sido una oportunidad de visibilización y ampliación del impacto de sus denuncias, así como una posibilidad para tener mayor incidencia social y política en cuanto a la relevancia de la desaparición forzada como problemática que debe ser abordada.
Entendemos la necesidad de generar acciones directas y simbólicas de resistencia para transformar una sociedad históricamente golpeada por la violencia, el silencio y la impunidad. Entendemos la muerte como un proceso natural de la vida, que ha sido negado ya que los rituales y manifestaciones de duelo se pierden en la medida que no existe un cuerpo que refleje la verdad de lo sucedido. Se pregunta por el ser, no por los huesos, se va tras el rastro del cuerpo, por este motivo se hacen acciones donde los cuerpos humanos se siembran como esculturas vivas en la tierra. Natural es morir, no la desaparición forzada.
1. El 21 de octubre de 2017 tuvo lugar en Barcelona la acción performativa “Cuerpos Gramaticales”, en el marco del proyecto “Estratègies de Memòria, veritat i reconciliació de dones colombianes a l’exterior”, organitzada por el ICIP (Instituto Catalán Internacional para la Paz) en colaboración con Agroarte i con el apoyo del Ayuntamiento de Barcelona.
Fotografía: Antonio Amador Camargo. Acción perfomance de “Cuerpos gramaticales” en Barcelona, octubre de 2017.
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