Acabábamos de revisar las traducciones de este monográfico, cuando el pasado 24 de febrero se inició la invasión rusa en Ucrania, trastornando completamente la vida de millones de personas y las preocupaciones globales en materia de paz y seguridad. Con Ucrania dolorosamente presente en todas nosotras, consideramos sin embargo necesario seguir trabajando en otras situaciones de violencia que siguen provocando dolor en distintos lugares del planeta. La guerra sigue haciendo estragos en Yemen, Tigray, República Centroafricana o Siria. Afganistán vive cada día bajo la implacabilidad talibana. La población palestina sufre un régimen de apartheid desde hace décadas. Grupos extremistas continúan su expansión letal por el Sahel. 690 millones de personas en el mundo pasan hambre. Año tras año es más la gente que se ve forzada a abandonar su lugar de origen .

Existen también otras situaciones con una gran intensidad de violencia, que no están relacionadas con el extremismo ni con enfrentamientos bélicos clásicos. Situaciones que no se dan necesariamente en regímenes autoritarios, en lo que se denomina “estados fallidos” o en los más empobrecidos de todos. Nos referimos a aquellas situaciones de violencia muy ligadas a la criminalidad y a las respuestas inadecuadas que les han dado los gobiernos. Unas situaciones de violencia directa que conviven con altos niveles de violencias estructurales y culturales.

A lo largo de estos últimos cuatro años, el ICIP ha hecho un esfuerzo por colocar el foco sobre estas situaciones que, para ponerles una etiqueta, hemos calificado de “violencias fuera de contextos bélicos”. Una etiqueta no exenta de debate, ya que, como muy bien expone uno de los artículos a continuación, la línea que separa una situación de violencia entre un conflicto armado o un conflicto no armado es, en países como México, muy tenue. 

En los últimos años el ICIP ha hecho un esfuerzo por colocar el foco sobre situaciones de violencia de alta intensidad que se dan fuera de contextos bélicos

En cualquier caso, la mirada que quiere proponer el ICIP sobre estas realidades difícilmente etiquetables es, como no podría ser de otra manera, una mirada de construcción de paz. ¿Qué significa abordarlas desde una perspectiva de paz? Significa, entre muchas otras cosas, hacer una lectura multidimensional de estas violencias, sin detenerse a las expresiones más directas y visibles. Ir a las raíces de los conflictos. Entender sus dinámicas y conocer bien los actores que juegan un papel. Fijarse en cómo las violencias afectan al día a día y los proyectos de vida de las personas. Poner en valor las iniciativas individuales, y sobre todo las colectivas, para transformar estas situaciones. Valorar en qué medida las herramientas clásicas de la construcción de paz son aplicables en contextos que precisamente se han tratado muy poco desde una perspectiva que no fuera exclusivamente securitaria. Reconocer los derechos de las víctimas a la verdad, la justicia, la reparación y a garantías de no repetición como unas condiciones básicas para encarar el futuro.

El ICIP ha organizado varias actividades para intercambiar conocimientos, experiencias y herramientas en este sentido. Entre ellas destaca el ciclo “América Latina. Hacer frente a las violencias desde la construcción de paz” que reunió, durante el primer semestre de 2021, una veintena de referentes para debatir sobre cómo<A[como|cómo]> los aprendizajes en la construcción de paz pueden aportar propuestas transformadoras a estas complejas situaciones de violencia fuera de contextos bélicos.

Con este monográfico, el ICIP quiere seguir aportando reflexiones, esperando que contribuyan a dar visibilidad a unas realidades extremadamente alarmantes pero poco priorizadas; a dar herramientas a las personas, colectivos e instituciones que trabajan para hacerles frente y a proponer medidas que no retroalimenten las violencias sino que sean realmente transformadoras.

Este monográfico pretende visibilizar unas situaciones de violencia extremadamente alarmantes y dar herramientas a las personas y colectivos que trabajan para hacerles frente

El primero de los artículos, escrito por Sabina Puig, responsable del área de trabajo del ICIP “Violencias fuera de contextos bélicos”, pretende identificar algunos rasgos básicos de estas violencias que precisamente se definen por sus múltiples caras y, sin ánimo de exhaustividad, enumera los aspectos más importantes que podría incorporar una agenda de paz.

En el siguiente artículo, Ana Glenda Tager (Alianza para la Paz), explora precisamente algunas de las expresiones de la violencia que afectan a la humanidad sin guardar necesariamente relación con la existencia de conflictos armados, entre ellas: violencia de género, violencia contra defensores/as del medio ambiente, trata de personas, crimen organizado, etc. Unas violencias que han recibido, según la autora, escasa atención en relación con conflictos entre Estados o luchas para obtener el control político de un Estado.

Como apuntábamos previamente, la respuesta a la criminalidad y sus actos violentos ha sido predominantemente una respuesta basada en una visión militarizada y punitivista de la seguridad. En su artículo, el tercero de esta revista, Carolina Ricardo (Instituto Sou da Paz de Brasil) argumenta cómo estas respuestas no han conseguido disminuir la violencia, sino que, al contrario, la han alimentado todavía más. Brasil es un claro ejemplo. La banalización del uso de las fuerzas armadas en la seguridad pública atrae la lógica de la guerra a la seguridad pública cotidiana, y genera violaciones graves de los derechos humanos, nos advierte.

Por su parte, José Antonio Guevara Bermúdez (Universidad Autónoma de Tlaxcala) examina los datos que nos llegan de México, un país que precisamente presenta enormes retos en materia de seguridad, y traslada un montón de interrogantes al ámbito de la construcción de paz. Según Guevara, “la situación de violencia por la que atraviesa México, de acuerdo con el derecho internacional, sólo se explica como un conflicto armado de carácter no internacional”. Y eso tiene una importancia primordial a la hora de diseñar las estrategias para hacer frente a las violencias que se derivan y proteger los derechos de las personas.

Estas “violencias fuera de contextos bélicos” se asocian a menudo con América Latina, continente que a pesar de acoger sólo el 8% de la población mundial, concentra uno de cada tres homicidios contabilizados a escala global. Sin embargo, son también una realidad en otras partes del mundo. Mohamed Daghar (ENACT- Enhancing Africa’s response to transnational organised crime) nos lleva a examinar qué está pasando en las tierras pastorales de África Oriental. Unas tierras que se ven fuertemente marcadas por violencias relacionadas con la presencia del crimen organizado así como por las consecuencias del cambio climático y de la marginación política que han sufrido por parte de los respectivos gobiernos.

Las “violencias fuera de contextos bélicos” se asocian a menudo a América Latina, pero son una realidad en muchas otras partes del mundo

Los tres artículos siguientes aportan una visión diferente: una reflexión sobre el papel de la sociedad civil en la denuncia, prevención o incluso interrupción de los ciclos de violencia. Roger Mac Ginty, director del Durham Global Security Institute, nos ilustra sobre el potencial de las acciones localizadas – a menudo incluso individuales –  de disrupción de la violencia: “Estos actos menores de disrupción del conflicto rompen la lógica, la postura y la narrativa de los actores del conflicto ansiosos por dominar un espacio social”.

Esperanza Hernández, profesora en la Universidad La Salle, nos invita a conocer mejor el significado de la resistencia civil y todo lo que pueden conseguir las iniciativas de este tipo, incluso en situaciones de gran asimetría en las relaciones de poder, aun advirtiéndonos de los grandes retos que se le plantean, particularmente en contextos como los que examinamos en este monográfico. Para ella, como para el ICIP, “las experiencias de resistencia civil son patrimonio de paz y tienen que ser reconocidas en esta condición, defendidas y fortalecidas por todos los actores relevantes en la construcción de la paz”.

Para acabar, y ampliando el foco, Jordi Mir, profesor en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, ofrece una buena reflexión sobre el papel de los movimientos sociales en la construcción de paz. Una de las grandes contribuciones de estos movimientos es que consiguen hacer visibles toda una serie de violencias – especialmente violencias estructurales – que la sociedad y las autoridades no reconocen o no siempre han reconocido como tales. Eso es imprescindible en cualquier país y especialmente relevante en contextos donde las violencias directas y letales pueden eclipsar otros tipos de violencias igualmente perversas pero menos visibles a pesar de afectar al día a día de millones de personas.

Es para el ICIP un placer contar en el espacio “Entrevista” de este número con la colaboración de Mary Kaldor, una referente internacional en el estudio de los conflictos armados. Con ella pudimos conversar sobre los puntos de conexión entre estas situaciones de violencia fuera de contextos bélicos y lo que ella calificó ya hace veinte años como “nuevas guerras”. Como ella apunta, en el análisis de conflictos o de las violencias, todavía se da una importancia sobredimensionada a los factores relacionados con los motivos políticos de las confrontaciones, por encima de otros factores que hoy en día tienen mucho más peso. Eso contribuye a que graves crisis de seguridad que no tienen una motivación típicamente política detrás no reciban la visibilidad y atención internacional que requieren.

Desde el ICIP queremos agradecer nuevamente las aportaciones de los y las expertas que han participado en este monográfico. Confiamos en que la combinación de todas ellas contribuya a ampliar las miradas y los conocimientos sobre unas situaciones de violencia devastadoras para millones personas y en gestionar estas situaciones con propuestas encaminadas hacia una construcción de paz justa, inclusiva y sostenible.

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