Diásporas constructoras de paz

Diasporas constructoras de paz

El 2024 se ha cerrado como uno de los años más convulsos y negativos para la paz en el mundo, con guerras abiertas en Palestina, Ucrania o Sudán, entre otras, que han provocado crisis humanitarias sin precedentes. El nivel de conflictividad e intensidad de la violencia es tal que el número de personas que han tenido que huir de su casa se eleva a 117 millones , el triple que hace doce años. De estas, 43 millones han buscado protección en otro país y, por lo tanto, se consideran refugiadas. En el mismo periodo de tiempo las solicitudes de asilo se han multiplicado por 7 y casi llegan a los 7 millones. Detrás de las cifras hay personas y familias con vidas truncadas que inician un nuevo camino desde la incertidumbre, la precariedad, el miedo y la tristeza.

Este volumen de desplazamiento forzado genera tensiones en los países de acogida, con dificultades para absorber la población en las condiciones y con los derechos que se merecen. Sin embargo, hay casos extraordinarios de solidaridad internacional, en todo el mundo. Es conveniente recordar que el 75% de las personas refugiadas han sido acogidas por países de renta media o baja. Pero también hay una tendencia creciente, a escala global, de discursos de odio hacia migrantes y refugiados.

Muchas de las personas expulsadas de su país de origen lo son por su activismo social y político en contra de regímenes autoritarios y/o grupos armados. Huyen para salvar la vida. Y se llevan su conocimiento y su compromiso con el bien común. Un capital social fundamental que les permite trabajar, desde el exterior, por el cambio político en su país de origen. Un compromiso, una experiencia y una tenacidad para reconstruir proyectos vitales que también pueden aportar en su país de acogida, siempre y cuando se les den las oportunidades para hacerlo.

El incremento en el número de conflictos armados y la multiplicación de las diferentes formas de violencia indican la necesidad de innovar en el análisis y las respuestas de construcción de paz. Se necesitan nuevos actores y nuevas herramientas para complementar la tarea de los gobiernos, las Naciones Unidas y las organizaciones de la sociedad civil.

Las personas expulsadas de su país tienen un capital social y un compromiso fundamentales para trabajar, desde el exterior, por el cambio político

En este sentido, desde el ICIP creemos que las diásporas tienen un potencial de acción que no recibe el reconocimiento necesario. Aplicamos una definición flexible del concepto de diáspora, que engloba personas migradas, refugiadas y exiliadas. Obviamente se trata de comunidades heterogéneas, que incluso pueden reproducir en el exterior las facciones y disputas políticas, étnicas, de clase y de género de su país de origen. Sin embargo, el elemento común es el vínculo emocional hacia el país de origen y la condición de «inmigrante” en el país de acogida. Este vínculo permite un diálogo en y desde la diversidad, en un contexto diferente al propio, que puede contribuir a unas nuevas dinámicas de relación y de poder con vocación de transformar los conflictos que han generado la migración, voluntaria o forzada.

Conscientes de este potencial, desde el área de trabajo “Memoria, convivencia y reconciliación” apostamos para visualizar las aportaciones que hacen las personas en la diáspora como constructoras de paz, posicionar su voz y dar apoyo a sus acciones. La construcción de paz es una tarea que engloba una amplia variedad de actuaciones para reducir todas las formas de violencia . Las actuaciones clásicas de las diásporas comprometidas con los cambios políticos son la sensibilización de la opinión pública y la documentación y la denuncia de las violaciones de derechos humanos.

Desde el ICIP apostamos también por el fomento del diálogo, a distintos niveles. En primera instancia, entre los diferentes grupos de la diáspora. Un diálogo para superar prejuicios y sanar heridas, que desde la memoria sobre los hechos traumatizantes, en el país de origen o en el proceso migratorio, permita establecer las bases para una convivencia actual y futura. En paralelo también se hace necesario multiplicar las iniciativas de diálogo entre la población migrada y la población y las instituciones de la sociedad de acogida. Un diálogo horizontal, desde la dignidad y el reconocimiento mutuo, que permita superar barreras institucionales y culturales y crear las condiciones para que las personas migradas puedan aportar a la sociedad de acogida su conocimiento y compromiso.

Entendemos las diásporas como un conjunto heterogéneo de personas migradas, refugiadas y exiliadas, con un vínculo emocional y social hacia el país de origen

La tarea del ICIP de apoyo a las diásporas recibió un impulso significativo a partir del acuerdo de colaboración con la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición de Colombia. Durante tres años (2019-2022) el ICIP ejerció la Secretaría Técnica de la Comisión en Europa y propició la articulación de un centenar de organizaciones sociales, académicas e institucionales, colombianas e internacionales, en diez países europeos, y la toma de 800 testimonios a víctimas residentes en Europa .

En paralelo, desde la línea de trabajo de “Violencias fuera de contextos bélicos” trabajamos, sobretodo, con organizaciones comprometidas con la paz y los derechos humanos en México y, más recientemente, también en Centroamérica. Por otra parte, a raíz de la invasión de Ucrania y la guerra contra Palestina hemos iniciado contactos con diásporas de aquellos dos países, así como de Siria y el Líbano .

Aparte del apoyo a organizaciones sociales, el ICIP apuesta también por la documentación y la producción de conocimiento. Dentro de la colección de libros “Eines de pau, seguretat i justícia”, este 2025 publicaremos la metodología de trabajo con mujeres migrantes que ha llevado a cabo la organización Mujer Diáspora. Y recientemente hemos publicado el Informe ICIP Mujeres y construcción de paz desde la diáspora y el exilio en Europa, que aborda la relación entre diásporas, conflictos y construcción de paz desde una perspectiva de género. El documento describe cómo las diásporas se han revelado como espacios de empoderamiento, solidaridad, corresponsabilidad y apoyo mutuo, facilitando formas organizativas propias.

Ahora, con la publicación de este monográfico tenemos el propósito de profundizar en las identidades diaspóricas, como se conforman y varían con el paso del tiempo, y qué marcos normativos las reconocen, a nivel local, regional e internacional. También nos queremos fijar en las experiencias concretas de participación en procesos de construcción de paz y con las vivencias cotidianas de personas que se han visto forzadas a abandonar sus países a causa de la violencia.

Con este monográfico queremos profundizar en las identidades diaspóricas, como se conforman y varían con el paso del tiempo, y qué marcos normativos las reconocen, a nivel local, regional e internacional

En el primer artículo, Metka Herzog y Lisa Ott de swisspeace analizan la participación de personas refugiadas procedentes de Colombia y Siria en iniciativas de construcción de paz en sus países de destino, Suiza y Alemania respectivamente. El artículo pone de manifiesto como la participación es clave para el reconocimiento de las personas en el exilio y para su reparación simbólica.

Seguidamente, el monográfico se fija en las segundas y terceras generaciones en la diáspora. Las académicas Bahar Baser (Reino Unido) y Mari Toivanen (Finlandia) reflexionan sobre cómo los descendientes de las personas refugiadas pueden heredar traumas del pasado y, también, vincularse al compromiso con la paz. Así mismo, el artículo constata la necesidad del trabajo en red y colaboración con actores locales, para lograr que la contribución sea efectiva.

El artículo de Fanny Tittel-Mosser, investigadora del International Center for Migration Policy Development, explora diferentes políticas públicas -desde la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, pasando por el Plan de Acción de la UE sobre integración e inclusión para el 2021-2027 y las agendas nacionales de Georgia o el Chad- y pone de manifiesto como los marcos normativos empiezan a reconocer el potencial de las diásporas en las actividades de construcción de la paz.

Tras estas reflexiones teóricas se incluyen las vivencias personales de tres personas que se han visto obligadas a migrar a causa de la violencia. En primer lugar, la activista libanesa Carmen Geha, exiliada en Cataluña, nos relata los efectos de la guerra sobre la población civil en el Líbano y las consecuencias de la migración, no sólo física, sino también psicológica y geográfica. La autora se centra en las mujeres activistas exiliadas que durante años lucharon por la libertad y la igualdad en un país gobernado por los señores de la guerra: “La migración nos aísla, ahora somos un individuo, no un colectivo”, explica. Sin embargo, confía en las semillas del consuelo y el cuidado, y mantiene la esperanza de poder trabajar por la reconstrucción del país desde la distancia.

Queremos dar a conocer y reconocer la tarea de las personas migradas, refugiadas y exiliadas para construir sociedades más justas y pacíficas

También nos comparte el impacto emocional de la migración la activista y escritora siria Marcell Shehwaro, que reflexiona sobre cuál es la mejor manera de hacer activismo desde el exilio. Desde su experiencia personal, Shehwaro aboga por mantener el compromiso con el país de origen, con luchas visibles y activas, pero sin eclipsar las voces de dentro del país. Y al mismo tiempo, defendiendo, los derechos de las personas exiliadas en los países de acogida, en alianza con los movimientos locales.

Por último, publicamos una entrevista con Zoya Miari, refugiada palestino-ucraniana. Después de huir de la violencia de los campos de refugiados del Líbano, primero, y de la guerra de Ucrania, después, actualmente vive en Suiza, donde ha impulsado el proyecto “Waves to Home”, con el objetivo de romper estereotipos y falsas narrativas asociadas a la migración, el exilio y el refugio. Con tan sólo 22 años, Zoya Miari se ha erigido como Embajadora de Paz de la cumbre One Young World.

Esta publicación es un nuevo hito del ICIP al dar a conocer el trabajo de construcción de paz que hacen personas migradas, refugiadas y exiliadas. Un trabajo poco conocido y reconocido. Los artículos -algunos escritos por víctimas y supervivientes- reflejan la fuerza y el compromiso de construir sociedades más justas y pacíficas, desde luchas y demandas colectivas. Os invitamos a hacer una lectura atenta, con los corazones abiertos y sensibles.

Fotografía

Taller de movimiento de la actividad «Cuerpos Gramaticales» con la diáspora colombiana en Barcelona, 2017. Autora: Ingrid Guyon.