Antoni Batista, periodista y escritor
Antoni Batista es uno de los catalanes que mejor conoce el conflicto vasco. Ha sido corresponsal en el País Vasco durante veinticinco años y, fruto del conocimiento adquirido, ha escrito nueve libros sobre la realidad política y social vasca. En esta entrevista, nos habla de cómo está viviendo la sociedad vasca el proceso de paz y de reconciliación después de cinco años sin violencia de ETA y de los retos que aún hay por delante.
Este verano ha estado en el País Vasco, trabajando precisamente en un documental sobre el conflicto vasco. ¿Qué sensaciones ha percibido? ¿Se mantiene la ilusión generada hace cinco años con el anuncio de fin de la violencia?
La primera cuestión importantísima es que el cese de la violencia es irreversible. No habrá más muertos, ni más extorsionados, ni personas amenazadas que tendrán que mirar los bajos del coche cuando salen de casa… La paz se consolida. Y se consolida – esta es la segunda cuestión importante – aunque el gobierno español no haga nada para que así sea. Y la tercera cuestión es que la sociedad vasca, como cualquier sociedad que ha vivido un periodo angustiante, pasa página rápidamente. Hace cinco años que ETA no actúa pero parece que haga cincuenta, en el sentido de que la sociedad vasca está plenamente normalizada.
¿El proceso de reconciliación, entonces, va por buen camino?
Si, va por muy buen camino. La propia cartografía de la sociedad vasca lo facilita: ni son tanta gente ni tienen un territorio tan amplio, es decir, son pocos y están muy juntos. En una misma familia puede haber un consejero del gobierno vasco del PNV, el padre del PNV empresario y extorsionado por ETA, y una hija encarcelada por ser miembro de ETA y torturada. Otro ejemplo chalado es el de la familia O’Shea Botín. Iñaki O’Shea, fundador de Herri Batasuna, es hijo de un hombre de derechas y franquista y cuñado de Emilio Botín, presidente del Santander. Las circunstancias de la sociedad vasca permiten que la reconciliación sea facilitada, que no fácil.
¿No ve, pues, fractura social?
Yo nunca he visto fractura social y he vivido muchos años allí. Los que hablan de fractura social son siempre los mismos, la derecha española. Fractura social, no; la sociedad no se ha rasgado. Fractura política, toda.
La paz se consolida y la sociedad vasca pasa página rápidamente; la reconciliación va por muy buen camino
El cese de la violencia es un paso firme hacia la paz pero el conflicto se mantiene abierto porque no se han dado los pasos clásicos de un proceso de paz, como es abrir una negociación política. ¿Podemos esperar algún cambio en este sentido?
Está claro que con el gobierno del PP no se facilitará la consolidación institucional de la paz, es decir, entrega de las armas por parte de ETA, sellado de los arsenales y una solución proporcionada y escalonada para los presos y los exiliados. Si hay otro gobierno que no sea del PP, que sea de izquierdas y donde esté implicado Podemos, creo que las cosas podrían cambiar. Pero eso, a estas alturas, es política ficción.
¿Tampoco el anuncio de un desarme por parte de ETA tendría consecuencias?
Eso que el desarme puede facilitar otros pasos, la historia reciente nos demuestra que también está por ver. La izquierda abertzale ha ido dando pasos y el gobierno español no ha dado ninguno. ¿Si ante el paso fundamental e importantísimo de dejar de matar, extorsionar e interferir en los derechos humanos el gobierno español no ha hecho nada, deberíamos pensar que hará algo el día que ETA haga una entrega simbólica de las armas?
Otra cuestión pendiente es la revisión de la política penitenciaria que afecta a los presos de ETA. ¿Cómo cree que se debería hacer?
La política penitenciaria llega a extremos surrealistas. Para hacer una política penitenciaria como es debido sólo se tiene que aplicar la legislación vigente. ¿Qué dice la ley y la Constitución? Que los presos que han cumplido tres cuartas partes de condena tienen que salir de la prisión, que los que están enfermos tienen que recibir un tratamiento especial, que deben estar cerca de sus familiares… con el tema de los presos, que cumplan la ley. Sólo con eso, ya harían un proceso de distensión. Pero claro, hecha la ley, hecha la trampa. Y de trampas, hacen muchas.
No hay fractura social en el País Vasco; los que hablan en esos términos son siempre los mismos, la derecha española
El informe “Proyecto de investigación de la tortura en el País Vasco (1960-2013)” registra más de 4.000 casos de denuncias de torturas en manos de los cuerpos de seguridad. ¿Haría falta una condena institucional al respecto?
¡Claro! Pero, si el gobierno español es incapaz de condenar el franquismo, que es una obviedad, ¿cómo debe condenar la tortura en el País Vasco?
Un proceso de paz debe incorporar la creación de un relato del pasado compartido, un acuerdo sobre la memoria que ayude a cerrar heridas y a encarar el futuro. El gobierno vasco ha creado el Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos. ¿Cómo valora las políticas de memoria que se están impulsando?
Yo tendría bastante con que, en vez de crear un relato común, se crearan todos los relatos que se quisieran y que unos y otros se respetaran. Todo el mundo tiene derecho a su verdad desde la veracidad de conciencia. Yo he intentado ponerme en la piel de un miembro de ETA y de un comisario franquista para tratar de entenderlos. Difícilmente coincidirán los relatos pero lo importante es que se respeten los de cada uno. En todo caso, las políticas de memoria son siempre necesarias y las personas que las dirigen tienen que tener la altura de miras para prever la pluralidad de relatos.
El 25 de septiembre hay elecciones autonómicas en el País Vasco. Finalmente Arnaldo Otegi ha sido inhabilitado para ser candidato pero se mantiene presente en la campaña electoral. ¿El factor Otegi puede ser un revulsivo?
Otegi hace campaña “unilateral”, al margen de lo que haga el Estado, diciendo lo que tenga que decir. Este Otegi que sale de la prisión con este carisma y aura no lo habíamos visto hasta ahora, y la izquierda abertzale está preparada para la dificultades y sabe cómo afrontarlas. No tienen miedo y si tienen ilusión para un tiempo político y social nuevo. ¡Esto ya es un revulsivo!
¿Hasta qué punto la inhabilitación de Otegi mandeliza su figura?
Para mí no paran de mandelizarlo, empezando por una pena de prisión disparatada e injusta. El PP es una fábrica de independentistas pero, como también es, análogamente, una fábrica de españolistas, allí van ganando elecciones. Con el españolismo se tapan las vergüenzas de la corrupción.
¿Es previsible un sorpasso de la izquierda abertzale al PNV?
El sorpasso era previsible cuatro años atrás, con los grandes resultados de las elecciones municipales y forales. Ahora el PNV salda la legislatura con buena nota de gestión, Podemos se ha hecho espacio y Otegi – el político mejor preparado en todos los sentidos, constructor de paz, comunicador con empatía y visión de Estado moderno- no puede ser elegido. Hay demasiados hándicaps para el presente, pero también hay voluntad de futuro.
Otegi es el político mejor preparado: constructor de paz, comunicador con empatía y visión de Estado moderno
¿Hasta qué punto la ausencia de violencia incrementa el independentismo?
Es posible que la violencia contaminara el sentimiento independentista, sobre todo a raíz de la política del PP de “todo es ETA”, que los fines y los medios coincidían y, por lo tanto, si eras independentista eras terrorista. Ahora eso ya no se da y la ausencia de violencia puede sumar independentistas. Pero también puede ser que reste, porque cuando desaparece la épica –el preso, el torturado – desaparece también el elemento cohesionador.
¿En qué medida percibe simpatía por el independentismo en el País Vasco?
¿Simpatía por el independentismo en el País Vasco? La que usted quiera. Ahora bien, ante el hecho de “mañana iremos hacia la independencia con todo lo que eso conlleva”, deberíamos dividir las simpatías por dos y seríamos generosos. Lo que quiero decir es que el independentismo utópico tiene más simpatizantes que militantes pueda tener el independentismo real.
Desde Cataluña siempre se ha mirado con mucho interés el País Vasco. Ahora, con el proceso catalán en marcha ¿las cartas se han intercambiado? ¿Hemos pasado de la basquitis catalana a una catalanitis vasca?
Ellos nos miran a nosotros pero diría que no con catalanitis, sino con mucha cautela. Yo hablo en uno de mis libros – Catalunya i Euskadi. Nació còncava i convexa – del factor “resistencia” como elemento simbólico y definitivo de la nación vasca y del factor “pacto” de Cataluña. En estos momentos, los políticos vascos nos miran con simpatía pero con mucha cautela. Los vascos tienen una situación autonómica casi confederal, más avanzada que la nuestra: tienen hacienda propia y la reserva de los derechos forales en el Estatuto y la Constitución. Por eso el PNV mira el proceso catalán como un factor de desestabilización de lo que ellos tienen. La izquierda abertzale se lo mira con más simpatía pero, al mismo tiempo, ellos ya tienen la experiencia de pactar con la derecha en clave nacional, y les salió mal. ¿Y qué pasará con la derecha catalana en clave nacional? En un proceso como este llegará un momento en que habrá que plantear el enfrentamiento; no militar, por fortuna, pero sí de resistencia pacífica: hasta aquí y ya basta.
Photography : Antoni Batista
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