Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 el presidente norteamericano George Bush alertó de que “cada nación, cada región, tiene que tomar una decisión. O estáis con nosotros, o estáis con los terroristas”. Este discurso asentó las bases de la Guerra Global contra el Terror que, centenares de miles de muertos después, se demostró como desastrosa. Este ejemplo ilustra unas consecuencias extremas de las dinámicas de polarización, un fenómeno que no es nuevo pero que hoy vuelve a estar en el debate público debido a su proliferación en muchos países.
En los procesos de polarización los actores polarizantes construyen verdades absolutas y niegan tanto el espacio de la duda como de aproximaciones alternativas. Las realidades complejas se simplifican y se reducen a confrontaciones entre posiciones fijas, en unas dinámicas identitarias de “nosotros contra ellos”. Cuando una cuestión política entra en una dinámica de polarización las opciones de un debate constructivo se reducen y la calidad de la democracia disminuye.
Cataluña y el Estado español no se escapan de esta dinámica, inmersas en un conflicto político de gran complejidad. Como todo conflicto de esta naturaleza, incluso su caracterización es motivo de interpretaciones divergentes y confrontadas. En lo que sí que parece haber acuerdo es en considerar la situación como uno de los retos más importantes desde la transición.
El conflicto es viejo, histórico. La novedad es una movilización ciudadana masiva a favor de la independencia y su traducción en unas mayorías parlamentarias en Cataluña comprometidas con este anhelo. Una situación sin precedentes que es percibida en el espectro social contrario a la independencia como una evolución indeseada pero comprensible para una parte de la población, e inconcebible y ofensiva para otra.
Cuando una cuestión política entra en una dinámica de polarización las opciones de un debate constructivo se reducen y la calidad de la democracia disminuye
Independientemente de los análisis de las causas de estos desarrollos, una de las consecuencias ha sido una fuerte polarización entre partidarios y detractores de la independencia de Cataluña. Una polarización social y política con fuertes componentes viscerales, donde proliferan posiciones maximalistas, desaparece la curiosidad por entender las opiniones contrarias, el lenguaje adopta términos bélicos (posiciones, trincheras, ataque, traición) y desaparece la autocrítica. Incluso los conceptos se han convertido en armas de confrontación, de manera que hablar de violencia, democracia o fractura social tiene ahora connotaciones políticas que varían en función de quien los utiliza, y dificultan el acuerdo.
El conjunto nos ha llevado a un momento de enorme confusión, con un conflicto político de difícil solución y un riesgo de cronificación en percepciones y posiciones enfrentadas. Acostumbrados a solidarizarnos con iniciativas de diálogo y reconciliación en otros lugares del mundo, ahora tenemos el reto de hacerlo en nuestra propia sociedad.
Esta edición especial de la revista Por la Paz quiere contribuir a este propósito. Queremos aportar conceptos y prácticas que nos ayuden a identificar opciones donde ahora sólo vemos obstáculos. Y lo queremos hacer compartiendo reflexiones de personas que han hecho frente a retos similares en otros contextos.
Después de un glosario de conceptos escrito por el director del ICIP, Kristian Herbolzheimer, en la parte central de la publicación encontraréis una descripción de las dinámicas y los peligros de la polarización, de la investigadora Jennifer McCoy, basado en un análisis comparativo de varios países. Posteriormente, la catedrática en Derecho Constitucional Christine Bell reflexiona sobre cómo han acabado otros conflictos de independencia. La activista irlandesa Avila Kilmurray aporta su experiencia de promoción del diálogo en sociedades muy divididas, e Iñigo Retolaza y el colectivo de mediación Bakeola describen un par de iniciativas que promueven el diálogo y la convivencia en el País Vasco. El bloque lo cierra un artículo de Helena Puig que expone como las redes sociales se pueden convertir en herramientas de despolarización.
Estos siete artículos iniciales vienen acompañados de unas breves entrevistas con cuatro personas expertas en conflictos y en diálogo. Tom Woodhouse (Reino Unido), María Jimena Duzán (Colombia), Mariano Aguirre (España-Argentina) y Paul Ríos (País Vasco) aportan una mirada al conflicto catalán desde una cierta distancia, y con perspectivas diferentes.
La sección final de la publicación ofrece referencias de libros, páginas web y documentales relacionados con el diálogo y el análisis de la polarización.
Fotografía de Miti
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