México: trazando oportunidades por la paz

Educación para la paz en contextos de violencia

Hablar de educación para la paz en contextos dónde la violencia está intensificada o su repercusión es directa cuestiona no sólo a la educación para la paz, sino a la paz misma en su concepción, así como a los que trabajamos por y para la paz. Es por ello que pueden surgir diferentes respuestas y opciones para abrir espacios de paz que permitan ir rompiendo ciclos de violencia. Como menciona el investigador John Paul Lederach, “la paz no se ve solamente como una fase en el tiempo o una condición; es un proceso social dinámico y como tal requiere un proceso de construcción”.1

En las zonas con violencias directas es primordial visibilizar, abrir y sostener este proceso de construcción de paz, como primer movimiento de disminución de la violencia. Es importante transmitir que a pesar de las violencias que se viven o vivieron, hay una forma de actuar para que la violencia no siga siendo la respuesta ante lo que pasa o pasó. Y es a través de las acciones de paz, que se generan espacios que permiten oxigenar y aminorar lo que está intensificado. Algunas de estas acciones de paz consisten en responder preguntas como: ¿quiénes somos?, ¿con quiénes estamos? y, de acuerdo con la idea de la resiliencia: ¿qué sí tenemos?, ¿qué sí podemos? y ¿qué ya hacemos en acciones de paz?

Para ir entretejiendo estas acciones en los diversos espacios, la conformación de una red de paz ayuda. Esta red permite movernos del lugar de la indiferencia, paralización y normalización que crea la violencia, además de obtener nuevas perspectivas, herramientas y, sobretodo, cuando la violencia plasma sus estragos, para generar espacios de cuidado y reparación.

Construcción de paz en México

Hablar de México en la actualidad es mostrar un mosaico amplio de muchos matices en los que se combinan lados muy profundos de obscuridad con otros muy luminosos de profunda esperanza. Es ver que la vida sigue, y que la vida cuida la vida. Es importante mostrar aspectos de paz que se realizan en México como la creación de redes de paz, en las colonias, en las comunidades, espacios y prácticas de paz en escuelas oficiales, prácticas restaurativas en cárceles, entre otras, que a veces no son visibilizados ante los fuertes impactos que deja la violencia. Violencia que no es permanente en un lugar, sino movible, y de intensidad variable, con picos momentáneos. Pero, precisamente, estos picos son profundos, acrecentados, e instauran miedo en las personas. Por ello, es importante que existan espacios de paz que vayan transfigurando aquello que necesita ser removido y transformado.

Hablar de México es mostrar un mosaico amplio de muchos matices en los que se combinan lados muy profundos de obscuridad con otros muy luminosos de profunda esperanza

Hablar de México es mostrar sus diversas realidades, así como las que tiene el mundo. Pues las violencias de aquí tienen mucho que ver con las violencias de allá y, por lo tanto, las paces de aquí también son las que se logran con las de allá. Es ver que somos interdependientes, estamos interconectados. Y es tener una mirada y un corazón más amplios. Ya que estamos todas y todos entretejidos y los privilegios de algunos son las violencias de otros, veamos cómo podemos empezar a cuidarnos y vernos como una humanidad compartida, conectada e interdependiente.

Propuestas y prácticas de paz

A la luz de estas reflexiones y de la concepción del pedagogo José Tuvilla que crea espacios de paz en los centros escolares, se presentan aquí una serie de propuestas que podrían aplicarse en México para fomentar la cultura de paz en las escuelas, a través de buenas prácticas que Francisco Muñoz define como “espacios en los que se da equilibrio, seguridad y sostenibilidad, condiciones todas ellas muy importantes para la paz, podemos comprobar cómo existen muchos espacios de paz “imperfecta” en lo micro, meso y macro de las sociedades humanas”.2

Se trata por lo tanto de crear espacios de encuentro, diálogo, cuidado, reconocimiento, participación activa y generar redes. Aquí es donde se construye la paz.

Espacios de conexión

Algo altamente revolucionario es regresar a la conexión del ser humano consigo mismo, con el otro y con la naturaleza, es hacer pausas necesarias para ver qué está vivo en mí, en el otro y cuidar la vida. Una de las metodologías que lo permite es la Comunicación Noviolenta (CNV) de Marshall Rosenberg, que retoma la conexión, la observación, los sentimientos y necesidades ante un conflicto, hecho o evento para formular una petición.

Espacios de encuentro–cooperación

La comunidad educativa tiene diversos espacios de coincidencia, los cuáles pueden ser espacios de encuentro y de construcción de las relaciones con las personas. Una forma es a través de juegos cooperativos para encontrarnos desde el cuidado, el trabajo conjunto y el cambio de mentalidad de lo competitivo a lo cooperativo. Donde se visibiliza la necesidad de una transformación de paradigma de lo individual a lo colectivo, de lo grupal a lo colectivo, donde no sólo se trata de ampliar el pensamiento sino también el corazón.

Espacios de restauración, reparación y compasión

Cuando la violencia ha sido directa es importante ofrecer espacios donde los ciclos de ésta se rompan. Cuando una persona que ha sido víctima de violencia no tiene un espacio de restauración o de reparación adecuado, a causa del dolor sufrido puede fácilmente recaer en un nuevo ciclo de violencia en el que se convierte ella misma en victimaria. Un victimario fue muchas veces víctima. Es por ello que ofrecer espacios de restauración, reconciliación, perdón o sanación, es importante para poder reconstruirnos a pesar de las violencias que se viven. Algunas de las herramientas son ejercicios de conciencia plena, creación de círculos de paz y ejercicios de compasión.

Espacios de tejido de redes

John Paul Lederach propone que para conformar plataformas de transformación es preciso tejer redes. Para la conformación de dichas redes se requiere: que sea con personas cercanas, no con personas a las que se pretenda cambiar o convencer o que se opine que lo necesiten; y que haya una red primaria sostenida entre todos y que de ahí surjan otras redes complementarias. Estas redes se sostienen a través de actividades, reuniones, el compartir experiencia o dar apoyo o ayuda en situaciones de conflicto o crisis.

Hay que crear espacios de encuentro, diálogo, cuidado, reconocimiento, participación activa y generar redes. Aquí es donde se construye la paz

Estos espacios de paz se llevan a cabo a través de diferentes prácticas de paz:

1. Prácticas de paz desde lo humano: pareciera que educar al ser humano a ser humano no es necesario, pero es justo algo que hace la violencia, desconectar al humano de sí mismo, de la vida y de los demás. Es por ello que la capacidad de reconectar las diferentes dimensiones del ser humano en las prácticas cotidianas va a permitir una ruptura de los ciclos de violencia y posibilitar un proceso de construcción de paz.

A través de actividades que propicien recuperar la capacidad del asombro, el disfrute, la conexión, el auto-cuidado y el cuidado del otro.

2. Dignificación de la labor docente. Si hablamos de que el reconocimiento es uno de los primeros espacios de paz, es importante abrir ese reconocimiento a la labor docente, dignificar lo que sí se hace, y, a su vez generar la conciencia colectiva docente, así como favorecer que se generen lazos de unión entre los diferentes grupos con sus diversidades y estilos en beneficio del colectivo.

La intención de las prácticas de paz es que se multipliquen dentro de las propias comunidades escolares a través de las redes de paz y éstas les den opciones aun en situaciones de crisis.

Experiencia de educación para la paz

En este contexto vale la pena presentar brevemente una experiencia concreta de educación para la paz que fue llevada a cabo del 2017 al 2019 en regiones de alto riesgo del Estado de México. Se trata del Diplomado “Paz Holística y Convivencia Escolar” que ofrecieron los Servicios Educativos Integrados al Estado de México.

La fase presencial de este diplomado se realizó en zonas de Valle de Toluca y Valle de México donde se registran altos índices de violencia. Participaron ocho grupos de 40 docentes, la mayoría profesionales que trabajan en el ámbito de la educación en zonas de alto riesgo y que han sido, en ocasiones, víctimas directas de actos violentos. A través de la construcción de una red, fueron muchas las escuelas que estuvieron implicadas en el proyecto.

Las experiencias de paz en México son diversas, pero poco difundidas. Unirlas a través de redes de paz permite visibilizar más fácilmente su impacto e importancia

Además de crear esta red de educadores por la paz, el Diplomado fue un importante espacio de reflexión que puso de manifiesto algunas claves y retos de la educación por la paz en México. Destacan, entre ellas, las siguientes consideraciones: los educadores que trabajan en zonas de alta violencia muchas veces tienen una concepción negativa de la paz, pensando que sólo es la ausencia de la guerra, pero a la vez también una idea de paz romántica, en la que se tiene que ser perfecto para construirla y donde todos nos vamos a querer y tomar de las manos. Por eso una de las primeras acciones es presentar una paz en plural, que son paces, las diversas formas en que se puede trabajar con ella, una concepción más amplia, cercana y práctica del concepto de paz. A su vez, una paz de aquí y ahora; siendo imperfectos podemos hacer paces imperfectas que es un proceso continuo aún en zonas donde hay violencia. En los entornos de violencia, la paz se concibe como algo lejano, por eso es importante acercarla, vivirla como un espacio que posibilita romper un ciclo de violencia. La propuesta de paz holística que se propuso en contextos de violencia, fue una paz conmigo, con el otro, con lo otro, utilizó a su vez las diferentes dimensiones de aprendizaje del ser humano, la corporal, emocional, intelectual y la experiencia de vida. Entendiendo la paz holística como la suma de las partes más el todo, donde cada acción tanto interna como externa repercute en el todo.

En las zonas con presencia de violencia, y más si esta es continua, se normaliza y te impactan las sombras oscuras de la humanidad. Es un ciclo de violencia no sólo externa, sino también interna, te desconecta de la vida y de ti y de las demás personas, generando más violencias desde la desesperanza. Por ello es importante generar esperanza a través del reconocimiento de las acciones que sí tienen ellos en su entorno, con lo que sí tienen y cuentan, sobretodo focalizado en sus estudiantes y en lo que pueden hacer en conjunto. Además, para las personas que trabajan en lugares de violencia, es importante que también tengan sus propios espacios de restauración, de conectar con la vida, así como de reconocimiento de su labor y de auto-reconocimiento.

Una propuesta que ayudó en zonas con violencia fue el conformar redes de paz, entre los docentes, directivos, familias y estudiantes, ya que les permite ver cubiertas necesidades de ser escuchados, comprendidos y motivados para ser constructores de paz en su comunidad educativa. Y que somos varios los que estamos construyendo opciones que equilibre lo que está pasando.

La paz en México ha cambiado de un ideal a un espacio de propuesta del cual ya han surgido algunas acciones concretas

Vivir la violencia en carne propia y no solo ser el que recibe o trabaja con personas que reciben la violencia, amplifica el efecto de la misma. Muchas veces paraliza. Por eso, en términos de paz, hay que entender la posibilidad del proceso, visibilizar lo que está pasando, nombrarlo y también nombrar las acciones de paz que ya hay. Identificar qué podemos hacer, sin poner en riesgo su propia integridad, ya que muchas veces los alumnos vienen de familias no sólo con violencia doméstica, sino que ejercen también otras formas de violencia. En estos casos, lo que un docente puede hacer es el trabajo de paz con los estudiantes que llegan a la escuela, abriendo un espacio de encuentro con el otro, desde la comunicación noviolenta, la cooperación, la resiliencia, donde el medio de cada cual determine la actitud. Ante tantos espacios de riesgo hay que generar más espacios de protección.

Conclusión

El concepto de paz es algo vivo, que se mueve, que permite el diálogo entre la vida y lo que no es vida. No es un ideal, es la construcción continua de la humanidad, es el espacio, la práctica que humaniza al humano y dónde nos encontramos como humanidad.

La posibilidad de generar espacios y prácticas de paz en lugares donde se viven las violencias no sólo es real e importante, es un recurso necesario y se necesita dar a conocer las herramientas que posibilitan estas prácticas. Aún con el reto de contar con pocas especialistas, cada día se están generando más lugares de capacitación en temas de paz, como son los círculos de paz, círculos y prácticas restaurativas, comunicación noviolenta o juegos cooperativos de paz. Hay que tener presente también que cada vez más universidades están abriendo posgrados sobre cuestiones relacionadas con la educación y cultura de paz.

Todavía falta mucho por hacer, pero hay que reconocer que, en los últimos cinco años, la paz en México ha cambiado de un ideal a un espacio de propuesta del cual ya han surgido algunas acciones concretas.

SOBRE LA AUTORA
Gloria María Abarca Obregón es doctora en Estudios Internacionales de Paz, Conflictos y Desarrollo de la Cátedra UNESCO de Filosofía para la Paz de la Universidad Jaume I de Castellón. Coordinadora deproyectos internacionales de educación para la paz y de la red de paz DEEP. Ganadora conjuntamente con Said Bahajin del Premio de la Paz Ciudad de Castellón 2009. Es también investigadora y docente sobre la temática de educación para la paz holística en diversos estados de México, Colombia, Paraguay y España.

1. Véase Lederach, J. P. (1998). Construyendo la paz: reconciliación sostenible en sociedades divididas. Gernika Gogoratuz, Bakeaz.

2. Véase Muñoz, Francisco A. Y Mario, López (2004):«Historia de la paz» en Molina Rueda, Beatriz y Francisco A. Muñoz (eds.), Manual de Paz y Conflictos, Granada, Universidad de Granada, 44-65.

Fotografía Encuentro documental por la paz

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