La imagen exterior que nos llega de Donald Trump es la de una persona voluble, impredecible e impulsiva. Demasiado a menudo, sus declaraciones (a través de los medios o de tuits personales) resultan extemporáneas, incendiarias y muy desafortunadas. También en el ámbito del armamento nuclear sus afirmaciones suscitan recelo y preocupación. Al margen de sus declaraciones personales, Trump sólo ha realizado un paso concreto relacionado con el armamento nuclear: el encargo al Secretario de Defensa de elaborar una nueva Nuclear Posture Review (NPR), que debe establecer la política nuclear, la estrategia y la postura de los EE.UU. sobre el uso del armamento nuclear. Desde el final de la Guerra Fría, ha habido tres NPR, la última en el año 2010 durante la administración Obama. El Pentágono ha prometido que tendrá a punto la nueva NPR hacia el final del año. Es posible, no obstante, que antes se dé a conocer algo de su contenido.
Hay que pensar que esta NPR, como las precedentes, tratará dos aspectos clave: la vertiente política y la de la capacidad armamentista nuclear. La vertiente política identificará las presuntas amenazas a la seguridad de los EE.UU. y marcará la pauta de uso del armamento nuclear. Aquí es donde se esperan, probablemente, más cambios respecto de la NPR de Obama. Y es precisamente en este aspecto donde hubo la mayor diferencia entre las dos NPR anteriores (Bush y Obama). Así, la administración Bush consideraba el armamento nuclear, prácticamente, como si fuera armamento convencional de gran potencia. Y no descartaba en absoluto su utilización. En cambio, en la NPR de Obama se afirmaba que los EE.UU. no usarían armas nucleares contra estados que no las tuvieran y que cumpliesen las obligaciones de no-proliferación nuclear. El texto definitivo de la Nuclear Posture Review nos dirá (y no las declaraciones o los tuits) cuál será realmente la política nuclear de los EUA en los próximos años.
Por lo que se refiere al aspecto de la capacidad nuclear, los expertos creen que son improbables cambios importantes, por parte de Trump, en la nueva NPR. Esto se debe fundamentalmente a que el actual programa de modernización, aprobado por la administración Obama, es muy ambicioso. Tan ambicioso que prevé la renovación de casi todo el arsenal nuclear y los vehículos de lanzamiento (aviones, submarinos, misiles). El Congreso aprobó en su momento un gasto de un billón de dólares para los próximos treinta años destinado a este programa. Este presupuesto inicial ha sido ya sobrepasado. Según la Congressional Budget Office (CBO), el plan actual de modernización del armamento nuclear de los EE.UU. costará 400.000 millones de dólares en el período 2017-2026. Esta cifra supera ya en un 15% la estimación anterior de la misma CBO. Algunos de los programas de la próxima década son: la sustitución de los submarinos nucleares Ohio-class; el diseño del nuevo bombardero B-21; la sustitución del actual misil balístico intercontinental Minuteman y el nuevo misil de crucero Long Range Standoff.
Ningún país puede competir con los EUA en la magnitud y modernización de su arsenal nuclear, y en el gasto que se le destina
Esta realidad se compadece mal con las declaraciones de Donald Trump sobre la capacidad nuclear de los EE.UU. Aparentemente, el presidente Trump demostraba un desconocimiento absoluto sobre el tema cuando dijo, en una entrevista el 23 de febrero de 2017, que los EE.UU. “se han quedado atrás en capacidad de armas nucleares”. Los expertos sostienen que ningún país puede competir con los EE.UU. tanto en lo que se refiere a magnitud y modernización de su arsenal nuclear, como al gasto que se le destina. En la misma entrevista, Trump dijo que le gustaría que los EE.UU. estuviesen at the top of the pack –al frente– en cuanto a las armas nucleares y que “los EE.UU. nunca volverán a quedarse atrás como potencia nuclear.”
Esta entrevista tuvo consecuencias inmediatas: los políticos rusos reaccionaron con alarma ante los comentarios de Trump. Según el presidente del Comité de Asuntos Internacionales del Parlamento ruso, si Trump impulsa un fuerte incremento del arsenal nuclear para conseguir la supremacía, se podría iniciar una nueva carrera de armamento como la de los años 1950 y 1960. Paul K. Martin, director de Asuntos Políticos de la organización Peace Action, dice que expresiones como at the top of the pack transmiten que los EE.UU. seguirán invirtiendo enormes cantidades de dinero en su arsenal nuclear. Concluye que “las declaraciones tienen consecuencias y los presupuestos tienen consecuencias”.
Hemos dicho ya que donde habrá novedades será, probablemente, en la vertiente política de la nueva NPR. Por un lado, tal vez se refuerce la disuasión nuclear como pilar básico de la defensa norteamericana (pensando en Rusia y China como competidores reales). Por otro, es plausible que se señalen ciertos estados como presuntas amenazas a la seguridad de los EE.UU. A partir de las reiteradas declaraciones por parte de la administración Trump, no es difícil prever que entre ellos aparecerán Corea del Norte e Irán.
En julio de 2015 los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (EE.UU., Rusia, China, Francia y el Reino Unido) más Alemania (el denominado P5+1) firmaron un acuerdo con Irán que cerraba un largo enfrentamiento con Occidente a causa del programa de enriquecimiento de uranio de éste último país. En las diversas reuniones de seguimiento del acuerdo, la comisión del P5+1 ha afirmado que Irán está cumpliendo escrupulosamente los términos del acuerdo. Incluso el secretario de Estado de los Estados Unidos ha admitido el correcto cumplimiento por parte de Irán. A pesar de ello, Donald Trump ha aprovechado las cumbres de la OTAN en mayo y del G20 en julio para instar a otros estados a dejar de hacer negocios con Irán, aunque el acuerdo prohíbe “cualquier política dirigida a afectar negativamente la normalización de relaciones económicas y comerciales”. Además, el gobierno norteamericano insiste en ampliar y prolongar las sanciones. De ese modo, debilitaría la influencia de Irán en los conflictos en que indirectamente se enfrenta a los EE.UU. (Siria, Yemen y Líbano) y reforzaría a los aliados de los EE.UU. en la región, es decir a Arabia Saudí e Israel.
Es muy posible que EE.UU. utilice las tensiones con Irán y Corea del Norte para reforzar su política nuclear
Desde hace años se identifica el programa nuclear de Corea del Norte como uno de los grandes peligros que nos amenazan. Sin embargo, no hay que sobredimensionarlo ni hay que olvidar el origen del enfrentamiento entre Estados Unidos y Corea del Norte. Se insiste mucho en el peligro que representa el programa nuclear norcoreano, pero se tergiversa su capacidad real. Según el SIPRI, los EE.UU. disponen de unas 6.800 armas nucleares, de las cuales 1.800 pueden ser utilizadas de inmediato. Y se estima que Corea del Norte tiene el plutonio suficiente para elaborar entre diez y veinte cabezas nucleares. Muchos expertos opinan que Corea no domina la tecnología que permite que un misil intercontinental entre de nuevo en la atmósfera terrestre y dudan de que pueda miniaturizar una cabeza nuclear para encajarla en un misil.
Este verano hemos asistido a una escalada de amenazas verbales entre los EE.UU. y Corea del Norte. Este enfrentamiento viene de lejos. En la década de 1950, los EE.UU. instalaron armas nucleares en Corea del Sur, Corea del Norte inició un programa nuclear y los EUA se opusieron al mismo. Pareció que, finalmente, se conseguía resolver el conflicto entre los dos países cuando en 1994 firmaron un acuerdo por el cual Corea del Norte congelaba su programa nuclear y los EE.UU. se comprometían a ayudar a los norcoreanos en la producción de energía eléctrica. En 2002 la administración Bush incumplió su parte del acuerdo alegando que Corea también la incumplía. Además, Bush calificó a Corea como parte del “eje del mal” y en la NPR de 2002 se señalaba Corea del Norte como uno de los países contra los cuales los EUA debían estar preparados para usar armas nucleares. En 2003, Corea del Norte reanudó su programa nuclear militar y a ello ha seguido un estira y afloja continuo. Corea está haciendo pruebas nucleares subterráneas y está probando misiles. Los EE.UU., por su lado, imponen sanciones económicas a Corea, realizan maniobras militares en la zona (algunas de ellas conjuntas con Corea del Sur), mantienen una notable presencia militar en la zona (70.000 soldados en Corea del Sur, bases militares en Japón y Corea del Sur, despliegue de fuerzas navales, etc.) y, recientemente, han instalado un escudo antimisiles en Corea del Sur (que ha provocado las protestas de China y Rusia). De hecho, la confrontación de los EE.UU. con Corea del Norte no se puede desvincular de la rivalidad de los EE.UU. y China por el control de la región.
En resumen, es muy posible que la futura política nuclear norteamericana ponga mayor énfasis en la disuasión nuclear y, como consecuencia, se pretenda justificar el enorme gasto destinado al arsenal nuclear. También es muy posible que se utilicen las tensiones con Irán y Corea del Norte para reforzar esta política nuclear. Pero, de hecho, estas tensiones sirven para justificar la política exterior de los EE.UU. en Oriente Medio y en el Pacífico, en beneficio de los intereses geoestratégicos norteamericanos. Son preocupantes, por otra parte, los mensajes peyorativos de Donald Trump sobre el New Start (tratado de reducción de armas nucleares entre los EE.UU. y Rusia) que nos hacen temer que tal vez no se renueve cuando finalice el año 2021.
Fotografía : Richard Oriez
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