El próximo 20 de octubre se cumplen cinco años desde que ETA anunció el cese definitivo de su actividad armada, un hecho que inevitablemente ha incidido en múltiples aspectos de la vida cotidiana, la actividad política y las perspectivas de futuro en el País Vasco. Por este motivo dedicamos los artículos centrales del número 28 de la revista Por la Paz a acercarnos a lo que ha sucedido en el País Vasco en estos cinco años sin la violencia de ETA.
Los dos primeros artículos hacen un diagnóstico de la situación presente del proceso de paz. El artículo de Sainz de Rozas se orienta a tomar el pulso al momento actual del proceso de paz en el País Vasco, mientras que el de Paul Ríos señala cuáles son los avances y los encallamientos de este proceso. Ambos textos valoran la importancia del final de la violencia política por las expectativas que abrió, observando no obstante que éste no ha supuesto el inicio de un proceso de negociación y de justicia transicional porque se ha tratado de una decisión unilateral por parte de ETA, que no se ha visto acompañada de conversaciones u otras medidas por parte del gobierno del PP. Según Sainz de Rozas queda pendiente alcanzar un consenso sobre la asunción de responsabilidades por el uso de la violencia y el reconocimiento y la reparación del daño causado a todas las víctimas. Paul Ríos remarca que en este momento siguen bloqueadas las medidas relativas a la entrega de las armas, la desmovilización de los actuales militantes y la reintegración de los presos de ETA. Bloqueos que, en opinión de este autor, no se podrán mantener si se tiene en cuenta la rapidez con la que la sociedad vasca está asentando su convivencia y manifestando su voluntad de avanzar en el proceso de paz.
Así mismo, hemos querido indagar los cambios que ha generado el final de la violencia política por lo que se refiere a la convivencia a escala local y a la política institucional. Aitziber Blanco comenta algunas iniciativas que desde la población civil y particularmente desde los municipios se están llevando a cabo para reconstruir el tejido social y la convivencia de abajo hacia arriba abordando aquello que duele y que enfrenta, pero partiendo de un deseo compartido: mejorar la convivencia, expresar libremente puntos de vista antagónicos, ser escuchadas con respeto y sin agresiones. Pedro Ibarra a su vez observa que una vez desaparecida la violencia de ETA, se desactiva la polarización entre los partidos políticos. Por una parte desaparece el argumento contaminador antinacionalista y por otra, se atempera la reivindicación nacionalista independentista. Sólo se mantiene un cierto grado de polarización en lo que atañe a las consecuencias de la violencia. Ibarra afirma que en general se puede decir que se ha pasado de un escenario de confrontación total a unas relaciones normalmente conflictivas.
Desde una visión feminista, Irantzu Mendia llama la atención sobre la importancia de contar con la experiencia y las aportaciones de mujeres con el fin de construir una paz sostenible y duradera en el País Vasco. Recuerda la iniciativa pionera y transversal para avanzar hacia la paz, protagonizada por las mujeres de Ahotsak el año 2006. Presenta también Emagune, una nueva propuesta que quiere contribuir a un mejor diagnóstico del “conflicto vasco”, incorporando el continuum de las violencias contra las mujeres, con el convencimiento que para consolidar la paz y la convivencia es necesario profundizar la democracia y la participación de las mujeres en la toma de decisiones sobre el conflicto, sus consecuencias y la construcción de una sociedad sin violencias.
Para acabar, la entrevista con Antoni Batista nos proporciona la visión de un periodista catalán que cuenta con un largo recorrido de seguimiento del conflicto vasco. Batista se muestra convencido que el cese de la violencia es irreversible y que la paz se consolida en el País Vasco a pesar de que el gobierno español no haga nada para que así sea.
El conjunto de textos nos ofrece un panorama de todo aquello que el cese de la violencia armada de ETA ha abierto y modificado positivamente en el camino de la paz, también de las limitaciones y los obstáculos decepcionantes. Pero todos miran el futuro con un cierto optimismo porque consideran que este es un proceso de paz que no se detiene y que permanecen abiertas las oportunidades de construcción de una paz integradora y de larga duración en el País Vasco.
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