La UE ha emprendido una serie de valiosas iniciativas para promover la paz y afrontar la inestabilidad y la inseguridad generadas, desde 2011, por las revueltas árabes. En primer lugar, los mecanismos de la UE han reaccionado rápidamente en respuesta a los cambios radicales que han tenido lugar en sus vecinos meridionales con la elaboración de una serie de importantes documentos, de los cuales los principales son la Asociación para la Democracia y la Prosperidad Compartida, en marzo de 2011, y la nueva versión de la Política Europea de Vecindad (PEV), en mayo de dicho año. En segundo lugar, la UE ha estado proporcionando, de manera reiterada, ayuda humanitaria como medio para contener el caos y los factores de inestabilidad en diversos casos. Entre ellos cabe destacar la repentina llegada de migrantes tunecinos a la isla italiana de Lampedusa en 2011, el empeoramiento de la situación humanitaria en Yemen, también en 2011-2012, el prolongado conflicto en Siria, aún en curso, y la crisis de refugiados que ha provocado en los países vecinos y en otros lugares. En tercer lugar, la UE ha mostrado su voluntad práctica de intervenir en una serie de puntos calientes de la región. Por ejemplo, la UE previó, en abril de 2011, una operación militar de la UE en Libia (EUFOR-Libia) cuyo objetivo era el envío de ayuda humanitaria, pero que nunca se llegó a desplegar. En 2013, la UE puso en marcha, en este caso efectivamente, la operación EUBAM-Libia, con el propósito de apoyar a las autoridades libias en la vigilancia y la seguridad de las fronteras del país. Además, la UE continúa alzando la voz en favor de la paz y la estabilidad en los numerosos puntos calientes de la región. Más recientemente, la UE ha estado focalizando esfuerzos diplomáticos con el objetivo de iniciar un diálogo político constructivo en Libia, en cooperación con los países árabes vecinos. Además, la Comisión Europea ha establecido una estrategia regional para Siria e Irak, así como el tratado de Daesh (Estado Islámico), en febrero de este año.
Pese a todo este empeño, los esfuerzos en pro de la construcción de la paz en el Mediterráneo no solo han recibido poca atención sino que han sido muy criticados.
Una limitación importante que afecta al papel de la UE como promotor de la paz es la cuestión de su credibilidad. En los últimos cuatro años, la credibilidad de la UE en la región se ha visto significativamente debilitada por tres razones principales:
1. Falta de coherencia de las políticas, las acciones y la retórica de la UE, que tiene que ver no solo con la dificultad para alcanzar el consenso entre las políticas de los Estados miembros, competidores entre ellos en la región árabe, por un lado, y las instituciones de la UE, por el otro, sino también con las incoherencias surgidas a raíz de las crecientes rivalidades entre las propias instituciones de la UE. El caso concreto de Libia en 2011, que fue examinado muy atentamente desde la perspectiva de la coherencia, sirvió para poner de manifiesto el considerable impacto que tiene la coherencia interna en la percepción general de credibilidad.
Pese al empeño de la UE en pro de la construcción de paz en el Mediterráneo sus esfuerzos han sido muy criticados y su credibilidad se ha debilitado
2. Falta de una visión estratégica integral. Esta visión debería contar lógicamente con el apoyo de algunos de los Estados miembros clave e identificar un deseado enfoque “europeo” frente a los numerosos retos que presenta la región árabe. De hecho, los escépticos en relación con la credibilidad de la UE como promotor de la paz en el periodo posterior a las revueltas árabes no cuestionaron tanto sus instrumentos y herramientas sino más bien la existencia real de una visión independiente de la UE, su coherencia interna y su capacidad para hablar con una sola voz. Por ello, en la región se ha ido construyendo una imagen general que presenta una UE cada vez más dependiente de los Estados Unidos en el establecimiento de sus prioridades y la toma de decisiones relativas a su orientación general o, como mínimo, regida por las decisiones estratégicas de Washington, especialmente cuando se trata de afrontar los graves problemas de seguridad de la región árabe. Esta imagen también hace que las diversas acciones de la UE sean vistas como reacciones dispersas, requeridas de vez en cuando por la necesidad de actuar o la urgencia de demostrar su presencia.
3. La cuestión del “tamaño”. Mientras que la UE ha tenido un éxito relativo en erigirse como un polo global en alza, capaz de actuar como actor en la transformación de la estructura incipiente del sistema internacional en un sistema multipolar, sus acciones frente a sus vecinos inmediatos desde 2011, en relación con su tamaño, han provocado una constante frustración. La nueva Política Europea de Vecindad ha sido ampliamente criticada por su insuficiente financiación, particularmente si se consideran los graves problemas sociales y económicos de los países del sur del Mediterráneo, y el envío de fondos de ayuda de la UE a la región se ha estancado por razones de inestabilidad política. Además, el generoso flujo de ayuda de los Estados del Golfo a la región de Oriente Medio y Norte de África ha tenido el efecto de empequeñecer aún más las aportaciones de la UE, anulando su pretendido impacto como incentivo para la puesta en marcha de reformas políticas. La cuestión del tamaño no se evidenció únicamente en el caso más importante de la nueva PEV, sino que se halla presente en prácticamente todas las iniciativas de la UE. Considérese, por ejemplo, el caso de la operación EUBAM-Libia, que ejemplifica perfectamente esta cuestión del tamaño. Otro ejemplo es el documento publicado por la Comisión Europea el pasado mes de febrero relativo a los «Elementos para una estrategia regional de la UE para Siria e Irak y la amenaza del Daesh». A la luz de las necesidades reales de la región, resulta muy dudoso que la UE pueda actuar como un influyente promotor de la paz, teniendo en cuenta que los fondos asignados para la implementación de su excesivamente ambiciosa estrategia ascienden a solo mil millones de euros del presupuesto de la UE para los años 2015 y 2016. No deja de asombrar el contraste entre la ayuda proporcionada por Arabia Saudita solo al Líbano en 2014 (4.000 millones de dólares) destinada a reforzar la capacidad del Estado libanés para hacer frente a la amenaza del EI con los 1.000 millones de euros prometidos por la UE para toda la región en 2015 y 2016.
En la región se ha construido una imagen general que presenta una UE cada vez más dependiente de los Estados Unidos
La credibilidad es, de nuevo, una cuestión clave en la valoración del rol de la UE como constructor de la paz en la región o en su potencial para reforzar este rol. En efecto, la UE dispone de una amplia gama de instrumentos y herramientas que le permitirían cumplir esta misión de forma eficaz. Sin embargo, se da mucho peso a la confianza de los socios árabes y a su percepción general de la eficiencia e impacto de estos instrumentos. De igual modo, una de las pruebas importantes para la UE en la actualidad y en el futuro próximo es su habilidad y su capacidad para llegar a los actores influyentes en la región. Ello incluye también su habilidad para aumentar sus contactos de región a región con las organizaciones árabes emergentes, lo cual es especialmente necesario en el caso de cualquier futuro compromiso de la UE en los graves conflictos armados internos, en particular en Siria, Irak y Libia.
Fotografia : UK Department for International Development / CC / Desaturada.
– Refugiados sirios en Líbano –
© Generalitat de Catalunya