PBI lleva 35 años abriendo espacios para la paz, acompañando a personas defensoras de los derechos humanos que están amenazadas por el trabajo que realizan. Hoy día hay voluntariado internacional de PBI en Colombia, Guatemala, Honduras, México, Indonesia, Nepal y Kenia. Ese trabajo en el terreno se complementa necesariamente desde los 14 grupos nacionales de PBI cuya labor fundamental es construir una red de apoyo y asistencia que se pone en marcha cuando las personas acompañadas reciben amenazas u hostigamiento. Este mecanismo asegura que diplomáticos, integrantes de gobiernos y otras reconocidas personalidades presionen a los presuntos autores de violaciones de derechos humanos o a las autoridades locales con el objetivo de prevenir el abuso.
Esas grietas para la paz que abren los y las defensoras en sus propios países son pequeñas al principio pero se agrandan con la presencia y el foco internacional. PBI acompaña la historia -con minúscula (lo que Unamuno llamó la intrahistoria), la de los marginados que luchan por cambiar la Historia -con mayúscula-.
Quienes han protagonizado los titulares de los Acuerdos de Paz en Colombia han sido el presidente Santos y el comandante de las FARC Timochenko, pero quienes harán posibles los acuerdos son aquellos que durante décadas han apostado por una resolución no armada y noviolenta, arriesgando su vida día a día: los defensores y defensoras de derechos humanos, las comunidades campesinas que quieren vivir fuera del conflicto y proponen alternativas de protección comunitaria creativas, respetuosas con la vida (la propia, la de futuras generaciones y la del medio en el que viven). Aquellas personas que han humanizado el conflicto y nos han recordado que debemos exigir que se respeten los derechos humanos incluso en períodos de guerra; que a un civil no se le puede involucrar en los operativos. Todo esto a pesar de que en un país como Colombia 8 de cada 10 muertes a causa del conflicto han sido de civiles. Negociadores, Comandantes, Presidentes se escriben con mayúscula y nombres propios; víctimas, desplazados… se escriben con minúscula, sin nombres propios y generalmente detrás de una cifra.
Negociadores, Comandantes, Presidentes se escriben con mayúscula y nombres propios; víctimas, desplazados… se escriben con minúscula, sin nombres propios y generalmente detrás de una cifra
En PBI queremos que quienes dan voz a esos colectivos sean escuchados; que las páginas, los libros y tomos de quienes están documentando las agresiones sean leídos en las instituciones adecuadas y que cobren un significado que devuelva a los seres queridos de las víctimas la razón de la sinrazón, a sus comunidades la esperanza y que dé aliento a los más jóvenes. Por ello, cada una y cada uno de los más de mil brigadistas que han formado parte de PBI en estos 35 años es portador de muchas historias de vida de la intrahistoria. Esos personajes no salen habitualmente en los medios y, si lo hacen, su relato ha sido tergiversado por alguna razón. El voluntariado de PBI sí conoce su historia y siente la obligación de darla a conocer, de hablar. De relatar las vivencias y luchas de Hilma, Luis Eduardo, Enrique, Ramiro, Brígida…
No hay brigadista que tenga dudas sobre el concepto de “resiliencia” porque nuestros hacedores de intrahistoria dan sentido cada día a esta palabra, convirtiendo la muerte en vida, en dignidad y en aprendizaje. Como ocurrió el 21 de febrero de 2005 con el asesinato y descuartizamiento de Luis Eduardo junto con otras siete personas, tres de ellos niños y niñas. A las pocas semanas de esta masacre, la historia de resistencia y de agresiones a la Comunidad de Paz de San José de Apartadó se multiplicó por las cuatro esquinas del globo: organizaciones civiles, parlamentarios, ministerios de exteriores, oficinas de Naciones Unidas… Así mismo, las mentiras de Álvaro Uribe en relación a la masacre, atribuyéndolo a venganzas internas de la guerrilla, avergonzaron al cuerpo diplomático presente en Colombia, consciente de la verdad en parte gracias a las intensas interlocuciones mantenidas con PBI. Además, los militares culpables han sido juzgados en 2013 habiéndose dictado una sentencia emblemática (veinte años de cárcel) que hace comprender los mecanismos y la fontanería de la connivencia entre el ejército, el Estado y los paramilitares. Dicha masacre fue realizada conjuntamente por el Bloque Héroes de Tolová de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y las tropas de la Brigada XVII del Ejército.
No hay brigadista que tenga dudas sobre el concepto de “resiliencia” porque nuestros hacedores de intrahistoria dan sentido cada día a esta palabra, convirtiendo la muerte en vida, en dignidad y en aprendizaje
PBI ha acompañado a la Comunidad de Paz desde 1999 a pesar de los innumerables ataques. La pregunta, en aquellos años de acompañamiento, era obligada: ¿qué protección otorga PBI si continúan los asesinatos? La masacre de 2005 fue un punto de inflexión, los ataques han continuado pero nunca en esa escala. La no injerencia en los asuntos internos de aquéllos a quienes acompañamos es un principio básico de PBI y, en este caso, primó como criterio. A pesar de las dudas que nos sobrevinieron sobre si debíamos o no quedarnos, decidimos seguir a su lado en el camino que ellos eligieron. De este modo, la comunidad siguió abriendo su grieta para la paz durante los años de ataques más intensos, en parte gracias a la presencia permanente de PBI y al profundo trabajo de incidencia que se hizo. Se exigía respeto, investigación y justicia a la Brigada XVII, al ministerio del Interior, a la Fiscalía… No sólo en Colombia, también en Norteamérica y en la Unión Europea.
Para aquellos brigadistas que estaban y aún siguen acompañando día y noche a los y las campesinas de San José, nunca ha habido dudas sobre la pertinencia de estar ahí. Nunca olvidaré la mirada de terror de una niña de cinco años cuándo nos vio salir con las mochilas para hacer el cambio de turno. Miró hacia el cerro que rodeaba el pueblo desde donde el ejército vigilaba la comunidad y dijo: «No os vayáis por favor, esa gente sigue ahí». Tampoco olvidaré cómo el representante legal de la Comunidad se escondió (1) detrás de la brigadista cuando los paramilitares atracaron el coche donde íbamos para robar el dinero de la venta del cacao. Pero también me quedó grabada la cara de satisfacción del Consejo Interno cuando dijimos que habíamos conseguido llamadas de atención al gobierno colombiano de varios de los más influyentes congresistas norteamericanos por la masacre. Y sigue triunfando la resiliencia cuando aún hoy en día se está planificando una macrodelegación que acuda al 20 aniversario de la comunidad que celebra en San Josecito y asistirán, una vez más, otros tres concejales de mi ciudad.
PBI busca magnificar cada uno de aquellos actos heroicos, creativos, que ensalzan la dignidad del ser humano; comportamientos ejemplares de la gente a la que acompañamos
PBI, como ya hemos dicho, no ha estado sólo en San José; nació en Centro América en los 80 donde, tristemente en las últimas dos décadas, los proyectos se han reabierto por la crisis de derechos humanos que allí se está viviendo. Cambian los paisajes, las lenguas, el color de la piel, las siglas de los partidos y los sistemas políticos pero la intrahistoria de un país sometido a la violencia política no cambia. Los comportamientos humanos -los heroicos y los miserables- se repiten. Nuestro cine y nuestra literatura están llenos de ejemplos parecidos, se nos relatan esos mismos momentos en distintos lugares y diferentes guerras. Cualquier brigadista ha conocido héroes como el profesor que encarna Fernando Fernán Gómez en La lengua de las mariposas, pero también familias que, cuando cambiaba el color del poder y por salvar su vida, han apedreado al antes amado profesor. Idénticos comportamientos se leen en la Suite Française de Irène Némirousky a pesar de que transcurre en Francia en la Segunda Guerra Mundial, describiendo con total profundidad los distintos matices del miedo en una guerra y en una persecución. Lo peor y lo mejor del ser humano salen en situaciones de violencia extrema, comportamientos repetidos a lo largo y ancho del mundo. Nada está por descubrir pero PBI busca magnificar cada uno de aquellos actos heroicos, creativos, que ensalzan la dignidad del ser humano; comportamientos ejemplares de la gente desconocida a la que acompañamos, para que sean exactamente eso, ejemplos, y la paz y el respeto a los derechos humanos se hagan posibles.
A cada uno de estas personas resistentes los brigadistas podrían ponerle un nombre propio; personas que han acompañado, en ocasiones admirado, con quienes incluso han intimado tras compartir horas, días y semanas.
Hoy veo orgullosa cómo PBI sigue poniendo el foco en las causas más emblemáticas de cada momento y cada país, haciendo que sea posible el trabajo desde sus lugares de quienes luchan por lo suyo: su tierra, su agua, sus cultivos y su aire limpio; por los suyos.
Fotografía: PBI Colombia
© Generalitat de Catalunya