La Educación para la Paz y el respeto a los derechos humanos adquieren en nuestros días una particular actualidad al contrastar los valores que ella implica con la violencia cotidiana, los horrores de la guerra y la destrucción paulatina de valores tales como la solidaridad, la cooperación y el respeto al otro; hechos que nos conmueven diariamente.
Resulta difícil y aún incomprensible explicar la persecución indiscriminada, las masacres y las operaciones de limpieza étnica en el discurso educativo y ante la indagación atónita y sorprendida de nuestros alumnos. Resulta aún más difícil clarificar estos procesos cuando la solución posible para actos de esta categoría son, a su vez, bombardeos continuos sobre ciudades y población civil desesperada.
Nos enfrentamos también ante situaciones cotidianas extremas al analizar la desigualdad y la injusticia de nuestra realidad socio-económica o la violencia brutal de sociedades modernas “modelo” donde el propio estado se convierte en agresor de la población, la individualidad y los intereses propios se exacerban y aquello considerado “diferente” se convierte en “peligroso”. Todas son guerras, de distinta naturaleza, pero con similar contenido de injusticia, violencia y destrucción.
Aquí las respuestas del docente se tornan vacías de contenido, las explicaciones se agotan y la práctica de construcción del conocimiento mediante investigación, lecturas, análisis de información, entrevistas, génesis de los conflictos, sistematización de lo aprendido, desarrollo de juicio crítico, etc. nos conduce a replantearnos el modelo pedagógico utilizado -quizás un poco ingenuo pese a su aparente progresismo educativo- con el que los docentes mismos quedamos insatisfechos.
Educar para la Paz, eje didáctico transversal en muchos diseños curriculares internacionales creo que ha sido concebida como una temática subsidiaria. Necesaria pero aleatoria, importante pero no esencial, presente pero “ausente”. Discurso curricular que ennoblece sin modificar ni concebir alternativas nuevas para una formación humanitaria, ética y ciudadana – cada vez más necesaria en el mundo en que vivimos.
Porque Educar para la Paz significa desarrollar un enfoque crítico, profundo y serio de la actualidad que compartimos y de la época histórica que nos ha tocado vivir, hecho incontrastable que no siempre está en los planes de los Ministerios, de las instituciones educativas y de muchos directivos y profesores.
La Educación para la Paz ha sido concebida como una temática subsidiaria; necesaria pero aleatoria, importante pero no esencial, presente pero “ausente”
“La paz no sólo se define por la ausencia de guerra y de conflicto, es también un concepto dinámico que necesita ser aprehendido en términos positivos, como lo son la presencia de justicia y armonía sociales, la posibilidad para los seres humanos de realizar plenamente sus potencialidades y el respeto a su derecho a vivir con dignidad a lo largo de su vida. Un desarrollo humano durable no puede tener lugar sin paz. Y sin una planificación justa, equitativa y continua, la paz no puede ser mantenida.”1
Estos conceptos, particularmente relevantes en el contexto actual de análisis que intentamos abordar, deberían teñir todas las propuestas didácticas posibles en Educación para la Paz, dándole una característica pluridimensional de múltiples alcances.
Asistimos hoy a una revisión de nuestros modelos y nuestros diccionarios y entendemos que existen grandes modificaciones al concepto de paz, sobre todos en su relación con el término opuesto “guerra”, revisión conceptual que debería integrarse, así como la metodología de su enseñanza, a los aprendizajes de profesores y alumnos.
En efecto, después de muchos años la idea de paz ha evolucionado y una noción amplia y más compleja la vincula con los conceptos de equidad, justicia, respeto a los derechos humanos, a los derechos de los pueblos y a la tolerancia. Paralelamente a este proceso las prácticas pedagógicas en Educación para la Paz también se han modificado, adquiriendo un claro compromiso con los principios de participación democrática y con la aplicación de propuestas didácticas que incluyan los temas de noviolencia y transformación de conflictos por vía pacífica, con miras a la construcción de una sociedad más justa, solidaria y equitativa.
La paz, como valor individual, social, nacional e internacional, debe ser analizada desde una perspectiva interdisciplinar y multidimensional
Los conflictos armados en otras partes del mundo nos sensibilizan hoy para un tratamiento cognitivo, sistemático y actual de las miserias y crueldades de la guerra así como el análisis de sus terribles consecuencias a través de múltiples recursos que los medios de comunicación nos posibilitan y acercan. La paz, como valor individual, social, nacional e internacional debe ser contrastada y analizada en profundidad desde una perspectiva interdisciplinar y multidimensional.
El abordaje geográfico e histórico del tema es necesario, pero no suficiente. Los conceptos y problemáticas tales como nacionalismos, soberanía y estado; el rol de Naciones Unidas en el mundo de hoy; la realidad de las diferentes etnias y su problemática convivencia; el diálogo intercultural; las soluciones y los desencuentros ante los conflictos; la situación de los refugiados y su desamparo brutal ante los ataques de “amigos” y enemigos; el crimen asociado a la droga y a la prostitución; los peligros de una guerra nuclear; el armamentismo y la venta de armas como rentable negocio mundial son temas urgentes y necesarios.
Todos estos temas deben -imperiosamente- ser objeto de reflexión, discusión, investigación y crítica, tanto por parte de profesores como de alumnos, en un ejercicio permanente de profundización de conocimientos, en que la construcción individual y colectiva de los mismos se base en la búsqueda de información a partir de múltiples fuentes, fomentándose el intercambio de opiniones diversas, el desarrollo del juicio crítico y el respeto a la divergencia2.
Pero tampoco esto es suficiente si abstraemos problemáticas internacionales que nos sobrecogen con “las guerras” cotidianas de la sociedad en que vivimos. Marginación, exclusión social, violencia y persecuciones no sólo pueden leerse a partir de los noticieros sobre México, Colombia, Siria, Crimea, Irán, Irak, Pakistán, Afganistán…
La tarea educativa debe vincular los conflictos directos y “las guerras” de otras características. Sólo un análisis integral de las raíces de la violencia, puede posibilitar una reflexión crítica hacia una paz duradera
Existen otras “guerras” más cerca, alrededor de nosotros. La desigualdad social, la carencia de recursos vitales por gran parte de la población, el desempleo y la miseria crean desesperanza y desconfianza en los gobiernos elegidos democráticamente. Mecanismos autoritarios, control de información, crímenes, delincuencia e impunidad forman parte de nuestra vida política.
En este sentido, la guerra no está tan lejos y no sólo por la globalización del tráfico de armas o por la información proveniente de los medios de comunicación transnacionales. Es una guerra cotidiana vivir en pésimas condiciones de vivienda y salud, de educación y empleo, de cobertura de servicios públicos esenciales e inseguridad, menoscabándose diariamente principios básicos inherentes a la dignidad humana en mucho s países y continentes.
La tarea educativa debe obligatoriamente vincular las dos situaciones: los conflictos directos y “las guerras” de otras características pero no menor intensidad ya que sólo un análisis integral de las raíces de la violencia -sus características, formas y consecuencias- puede llegar a posibilitar una reflexión crítica a nivel individual y social que genere cambios posibles hacia una paz duradera en el mundo de hoy.
He aquí el gran desafío pedagógico de los próximos años y de nuestra tarea docente en el campo de Educación para la Paz. Atrevámonos a enfrentarlo.
1. Iglesias Díaz, Calo (2007). Educar pacificando: Una pedagogia de los conflictos, 1ª edición, Madrid, Fundación Cultura de Paz Editorial.
2 Bazán Campos, Domigo (2008). El oficio de pedagogo. Aportes para la construcción de una pràctica reflexiva en la escuela, Rosario, Argentina, Ed. Homo Sapiens.
Fotografía : Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en Europa y la CEI / CC BY / Desaturada. – Niños celebran la paz, la amistad y la tolerancia en el Día de las Naciones Unidas –
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