El militar Jovan Divjak se formó en la Escuela Militar del Ejército Yugoslavo y ocupaba la máxima responsabilidad en la OT, lo que se conoce como la Defensa Territorial de la República de Bosnia. En Sarajevo, los militares del Ejercido Popular Yugoslavo recibieron la orden de abandonar los cuarteles y ocuparon posiciones en los alrededores de la ciudad. El General se quedó en Sarajevo y el Gobierno de Bosnia le encargó la defensa de la ciudad. Más tarde, fue el responsable de la cooperación con los organismos civiles y las instituciones.
Lo hemos visto vestido de militar visitando las tropas, pasando revista u organizando la salida del famoso convoy que intercambiaba representantes políticos en la Sarajevo asediada. Ahora lo vemos vestido de civil, en la sede de la fundación que se dedica a los niños y niñas huérfanos a causa la guerra, y nos dice que es lo mismo, que no ha cambiado, que no ha desertado, que no ha desobedecido, que siempre se ha movido con los mismos ideales y que los que cambiaron de bando fueron los otros.
El sentimiento de amor hacia los otros y el deseo de trabajar para la paz son valores que aprendió en su casa, con su familia, y que siempre lo han acompañado. Quizás hemos cambiado pero el General no se cayó del caballo y vio las cosas claras, ha estado cultivando la vida desde el primer momento.
«Tomé la decisión de quedarme en Sarajevo cuando comprendí las intenciones de Karazdic. Mi motivación: defender la vida de los ciudadanos de Bosnia y defender el ideal de la multiculturalidad»
Su padre, maestro, ya estaba enamorado de Sarajevo por motivos de trabajo y por traslados. Él nació en Belgrado pero el trabajo militar y los traslados también lo hacían recorrer todo el país. Pero siempre volvió a su ciudad, que no es otra que Sarajevo, una Sarajevo que quizás hoy ya no existe. No tiene duda alguna de la decisión personal que marcó su vida: defender su ciudad, sus ciudadanos. Ha afirmado repetidas veces: «tomé la decisión de quedarme en Sarajevo cuando comprendí las intenciones de Karazdic. Mi motivación: defender la vida de los ciudadanos de Bosnia y defender el ideal de la multiculturalidad. La propaganda estaba basada en el hecho de que, aquí, los serbios no tenían los mismos derechos que los bosnios cosa que, por supuesto, no era verdad. Fueron repitiendo la mentira de que no podíamos vivir juntos».
La Sarajevo que defienden a los ciudadanos es especial. Quizás la primera vez que sale en nuestros libros de historia es a consecuencia del atentado contra Francisco Fernando, el heredero del imperio austro-húngaro, en junio de 1914, que fue la chispa que hizo estallar la Primera Guerra Mundial. Se da a conocer con la organización de los Juegos Olímpicos de Invierno de 1984, los primeros presididos por Juan Antonio Samaranch, que rompen una dinámica de doce años de boicots por uno u otro motivo. Hay que leer a la conocida guía «Trotamundos», editada en 1984, para hacer entender lo que significaba la ciudad dentro de los Balcanes. La guía describe:
«Ninguna ciudad mejor que Sarajevo simboliza en Yugoslavia la coexistencia de las diferentes culturas y religiones, al mismo tiempo que las enriquece y las complementa. Aquí se encuentran Oriente y Occidente y se fusionan. De un extremo a otro, la ciudad nos muestra sus influencias: austeros edificios de la época imperial austríaca y seculares casas turcas con sus típicos balcones de madera. Toda la armoniosa amalgama de influencias está contenida en esta historia: “un musulmán quiso vender su casa un día: ¿cuánto quieres por ella?, le preguntó un amigo. Trescientos mil dinares, respondió el musulmán, pero con este precio ya te incluyo a mis vecinos, un católico y un ortodoxo que cuando llores, llorarán, cuando rías, reirán, y cuando estés enfermo, estarán a tu lado… y esto, amigo, no tiene precio.”
Pues, desgraciadamente, de esta preciosa ciudad de Europa, la única ciudad europea que en su skyline tiene las cuatro iglesias -la catedral católica, la catedral ortodoxa, la gran mezquita y la gran sinagoga-, el recuerdo más reciente que tenemos es el cruel asedio que sufrió durante la guerra civil de los Balcanes, ahora hace veinte años. Hay muchas anécdotas sobre decisiones que se escriben en una servilleta de un restaurante. En las guerras de los Balcanes para la desmembración de Yugoslavia hay un papel en el cual Tudjman, como líder croata, y Milosevic, por la parte serbia, deciden los límites de los nuevos estados: de Sarajevo hacia el mar y Herzegovina para Croacia, de Sarajevo hacia el norte para Serbia. El problema era, pues, la cosmopolita capital olímpica y la decisión de los señores de la guerra de someterla a un asedio que propiciara el éxodo de refugiados y la concentración de las comunidades en culturas y religiones.
Hoy en día, años después de los acuerdos de Dayton, Sarajevo ha cambiado a causa de los desplazados, los refugiados, los ausentes, aquellos 11.541 ciudadanos que murieron entre el 92 y el 96 y que, hace poco, eran recordados simbólicamente con una gran línea de sillas rojas en Sarajevo. Pero la ciudad sobrevive como a capital de Bosnia y Herzegovina gracias a personajes como el General Divjak y gracias a muchas personas anónimas que dieron testimonio de la lucha de una ciudad, de unas ideas y del orgullo y fuerza para resistir. Él personifica la dignidad, la coherencia, la honestidad y el profundo orgullo de ser de Sarajevo. Hace unos días, Alma, que estuvo hasta los últimos momentos en la Sarajevo asediada y que hoy vive en Cataluña, afirmaba, «yo me sentía segura porque sabía que el General estaba en la ciudad y él simbolizaba la defensa de nuestra Sarajevo».
Jovan Divjak personifica la dignidad, la coherencia, la honestidad y el profundo orgullo de ser de Sarajevo
La guerra acaba cuando los poderosos no pueden más, cuando unos cuantos se han hecho ricos, cuando los que tenían que decidir deciden, cuando los que tienen que apretar un botón lo aprietan, cuando los que tienen que coger un teléfono hablan… Es en aquel momento cuando acaba oficialmente la guerra y, a los hombres del gobierno de la Bosnia nacida en Dayton, la figura de Jovan, que habla claro, que habla con la gente, que nació en Belgrado, les molesta y lo pasan rápidamente a la reserva. Sé que él creía que podía tener un papel importante en la formación del nuevo ejército, del nuevo país, en la academia… Pero pasa precipitadamente a la reserva y es, por suerte de todos nosotros, cuando se reinventa.
Todos aquellos razonamientos y vivencias de niños y niñas huérfanos de familias, de jóvenes destrozados por una guerra entre vecinos… hacen que se vuelque, ahora hace veinte años, en la Fundación Obrazonvanje Gradi BiH, (la educación edificará Bosnia y Herzegovina), la educación construirá el nuevo país. La fundación ha ayudado a niños víctimas de la guerra de 1992-1995 en Bosnia y Herzegovina, así como a niños con discapacidades y con talento, a completar con éxito su escolarización y convertirse en miembros productivos de la sociedad. Con el programa de trabajo, Hijos de víctimas de la guerra – nuestra preocupación permanente, han mantenido abierta la puerta de la casa en la calle Dobojska 4 a aquéllos que necesitan apoyo moral y material. Con el trabajo de amigos y voluntarios, han otorgado más de 30.000 becas y han repartido material escolar por valor de más de 2,4 millones de euros. Más de 1.500 chicos y chicas han participado en viajes e intercambios para conocer nuevas culturas y sociedades, desde Canadá a Uruguay. 280 de estos niños huérfanos de la guerra ya se han graduado en la universidad y han encontrado trabajo. Desde el curso 2005, se trabaja también con niños y niñas víctimas de exclusión social y de la minoría romaní. Estos resultados se han conseguido mayoritariamente gracias al apoyo de individuos y grupos de ciudadanos, con pocas ayudas gubernamentales. Tal como cita a veces a Jovan Divjak, las actividades se basan en el mensaje del filósofo francés Diderot: «más felices son las personas que dan más felicidad a los otros».
Esta felicidad es la que nos transmite diariamente gente como Jovan Divjak, como militar trabajando para la paz o como constructor de paz. Gente imprescindible.
Fotografía : Wikimedia Commons
© Generalitat de Catalunya