El 9 de octubre de 1991, las Mujeres de Negro salimos a las calles de Belgrado por primera vez. Fue entonces cuando empezamos nuestra resistencia noviolenta a la guerra y a la política del régimen de Serbia. Todavía seguimos en las calles. Hasta el momento, hemos organizado alrededor de 2.000 acciones de calle con unos objetivos comunes: el rechazo de todas las formas de guerra y de violencia -sobre todo aquellas protagonizadas por el estado o la comunidad en donde vivimos-; la creación de lazos de solidaridad, alianzas y coaliciones con las mujeres por encima de todas las fronteras y divisiones estatales, nacionales y de otro tipo; una política de paz de las mujeres a escala global basada en denunciar el militarismo local, regional, global y en el vínculo indisoluble que existe entre feminismo y antimilitarismo.
Durante los primeros diez años de nuestra existencia vivimos en un país en el que se cometían crímenes organizados por el estado: las campañas de guerra de agresión del régimen, el mayor responsable de la desintegración de la antigua Yugoslavia. Por desgracia, la caída del régimen de Slobodan Milosevic, en octubre de 2000, no trajo los cambios esperados. En los últimos años hemos estado viviendo en Serbia la carrera hacia la «integración europea» sin afrontar el pasado criminal, la responsabilidad por la guerra y por los crímenes de guerra; con una privatización criminal, un aumento de la pobreza y de todas las formas de discriminación. En las elecciones celebradas en mayo de 2012 y en marzo de 2014, los perpetradores y los creadores y/o cómplices de las políticas de la década de 1990 han vuelto a la escena política de Serbia.
¡No en nuestro nombre!
La Red de Mujeres de Negro de Belgrado es una red feminista, antimilitarista, antinacionalista, antifascista, de orientación altermundialista integrada por mujeres- y también por hombres- de diferentes grupos generacionales y étnicos, con niveles de educación, estatus social, estilos de vida y preferencias sexuales diversas. Desde esta óptica aplicamos los principios de una política de paz y solidaridad y defendemos tres consignas claras:
1. ¡No en nuestro nombre!: Hace referencia a la resistencia noviolenta pública, clara y contundente frente al régimen que ejerce la agresión y emprende guerras en nuestro nombre y frente a aquellos que después de las guerras, han negado, minimizado, relativizado o glorificado los crímenes cometidos en nuestro nombre.
2. No nos dejemos engañar por los nuestros: La ética feminista de la responsabilidad nos impele a oponernos a los nacionalistas, los militaristas y a todas las fuerzas patriarcales, en primer lugar en el país en que vivimos y luego en todos los demás.
3. Siempre desobedientes. Somos desobedientes a la guerra y a todas las imposiciones del patriarcado porque somos ciudadanas responsables, mujeres autónomas y seres que ejercen el pensamiento libre.
Los desafíos a nuestra política feminista y antimilitarista
El internacionalismo feminista y antimilitarista nos ha ayudado a sobrevivir a los momentos más difíciles pero esta política presenta desafíos importantes que debemos afrontar. En primer lugar, la proliferación del sector de las ONG crea divisiones dentro del movimiento feminista y conduce a la despolitización de todas las cuestiones al prescindir del análisis del contexto político y social. En segundo lugar, las políticas de integración de la perspectiva de género (mainstreaming) o el llamado “feminismo de estado” provocan un conflicto entre las activistas feministas y las mujeres representadas en las instituciones. En tercer lugar, la política de ayuda internacional está muy a menudo condicionada por la cooperación con el Estado, lo que amenaza la solidaridad y exacerba la rivalidad entre las ONG.
En este contexto, desde la Red de Mujeres de Negro trabajamos para ofrecer soluciones y alternativas en distintos ámbitos. Desde fomentar las actividades de base por medio del activismo feminista, crear espacios para la reflexión feminista, inquietar de forma constante al Estado mediante el desafío a sus demandas, crear coaliciones basadas en la solidaridad a escala regional, europea e internacional, hasta rendir cuentas con las mujeres con las que trabajamos y desarrollar una ética feminista de la responsabilidad, el cuidado y la solidaridad.
Somos desobedientes a la guerra y a todas las imposiciones del patriarcado porque somos ciudadanas responsables y autónomas
Justicia y seguridad
Des de finales de 2010 estamos involucradas en la creación de un Tribunal de Mujeres para la ex Yugoslavia, prevista para mayo de 2015, que tiene como objetivo la creación de formas alternativas de justicia y la presión sobre el sistema jurídico institucional a escala nacional e internacional. El tribunal abordará las formas silenciadas, olvidadas o no reconocidas de violencia contra las mujeres: la violencia por motivos étnicos, la violencia militar, la violación como crimen de guerra, los crímenes económico-sociales, etc. Será, por lo tanto, un espacio para dar voz a las mujeres que han sufrido las injusticias tanto en tiempos de guerra como en tiempos de paz.
En esta iniciativa estamos trabajando junto con varios miles de mujeres de más de cien ciudades. Sin duda, se trata de un proceso complejo que se enfrenta a numerosos desafíos, ya que el tribunal abarca siete estados de la ex Yugoslavia.
El Tribunal de Mujeres para la ex Yugoslavia abordará las formas silenciadas, olvidadas o no reconocidas de violencia contra las mujeres
Confrontarnos con nuestro pasado y sancionar los crímenes de guerra, liberarnos del miedo a ser diferente y a definir nuestra identidad, aplicar de forma estricta los principios de la justicia transicional incluir a las mujeres en las negociaciones de paz entre Kosovo y Serbia en cumplimiento de la resolución 1325 de Naciones Unidas… son algunos de nuestros, retos actuales siempre desde la base de un enfoque feminista y antimilitarista, cuestionando el concepto de seguridad tradicional militarizado.
Como recoge la Carta de Seguridad de las Mujeres de Negro, el concepto feminista de seguridad es:
– La solidaridad de las mujeres, el apoyo mutuo, el trabajo conjunto de las mujeres contra el militarismo, al margen del estado y por encima de las fronteras nacionales, para crear un mundo libre de violencia militar y del resto de formas de violencia.
– La ausencia de violencia contra las mujeres. La paz como ausencia de miedo, pobreza y de todas las formas de discriminación e injusticia.
– La liberación del miedo a ser diferente y a definir la propia identidad, para romper los consensos étnicos, estatales y culturales impuestos.
– La aplicación estricta de los principios de la justicia transicional; es decir, enfrentar el pasado y sancionar los crímenes de guerra.
– Los recursos deben destinarse íntegramente para la paz, la salud y el conocimiento, y por el contrario nada para armamento. Cuanto mayor sea el presupuesto militar y los gastos militares, menor será el nivel de seguridad.
– La inclusión de las mujeres en las negociaciones de paz asegurando su influencia en todos los segmentos de aplicación de la resolución 1325.
– El derecho de las mujeres a la autodeterminación, es decir, la resistencia al control social sobre las mujeres. Esto significa disfrutar de los derechos reproductivos y sexuales. Nosotras decimos: mi cuerpo es mi patria y mi derecho es elegir quién va a protegerme.
Fotografía : Simran Sachdev / CC BY / Desaturada. – Mujeres de Negro mostrando una pancarta solidaria en la conmemoración del genocidio de Srebrenica –
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