Tribuna

Cómo hacer frente a los efectos de las armas explosivas

Richard Moyes
Coordinador de la Red Internacional sobre Armas Explosivas (INEW)
Richard Moyes

Richard Moyes

El uso de armas explosivas en zonas densamente pobladas tiende a causar enormes daños a los individuos y a sus comunidades. Sea el bombardeo del mercado en Mogadiscio, los ataques aéreos contra los pueblos de Afganistán, los coches-bomba en Iraq o los niños muertos a causa del fuego de mortero en Gaza, la combinación de fuerza explosiva y alta densidad de población produce un patrón predecible de sufrimiento. Estos incidentes han sido a menudo considerados como parte normal, aunque lamentable, de los conflictos y de la violencia política. Una nueva red de ONGs, la Red Internacional sobre Armas Explosivas (INEW, International Network on Explosive Weapons) -fundada por Action on Armed Violence, Handicap International, Human Rights Watch, IKV Pax Christi, Medact, Norwegian People's Aid, Oxfam y Save the Children UK- cree que este patrón puede ser modificado y que se pueden evitar muchos muertos y heridos.

Las armas explosivas utilizan las explosiones y la fragmentación para matar y herir a personas allí donde explotan, y también para provocar daños en objetos, edificios e infraestructuras. Alcanzan un amplio espectro de armas, desde pequeñas granadas de mano hasta grandes bombas que se dejan caer desde el aire, y múltiples sistemas de lanzacohetes. A pesar de esta diversidad en el funcionamiento y la medida, todas estas armas tienen una misma característica técnica: explotan y se fragmentan alrededor del punto de detonación.

Una práctica común de los estados con relación a estas armas es que todos ellos las incluyen en una amplia categoría: la de las armas que no utilizan las policías de cada país. Aunque la policía puede recurrir a la fuerza letal en forma de armas de fuego y otras opciones, como los aerosoles químicos, en pocas ocasiones las armas explosivas se consideran herramientas aceptables por el riesgo que representan para las personas que no son objetivo del ataque. De este modo, la transición de un estado hacia el uso de armas explosivas indica un cambio en el que las "tareas policiales" adoptan una orientación más agresiva, y en la que los espectadores se verán expuestos a un riesgo potencialmente letal.

El seguimiento de los medios de comunicación llevado a cabo por la ONG británica Action on Armed Violence ha detectado el uso de armas explosivas en zonas densamente pobladas en 59 países y territorios entre octubre de 2010 y mayo de 2011. De los 13.406 muertos y heridos en incidentes armados, aproximadamente el 87% eran civiles. Save de Children ha puesto de relieve el impacto especial que este modelo de violencia tiene sobre los niños.

Más allá de estas muertes y lesiones directas, la destrucción de infraestructuras vitales para la población civil, como el agua y la salubridad, las viviendas, las escuelas y los hospitales, se traduce en un patrón de mayor sufrimiento a largo plazo. Lo más probable es que, entonces, las víctimas y supervivientes de las armas explosivas tengan que hacer frente a problemas a largo plazo: discapacidad, daños psicológicos y exclusión social y económica.

En los incidentes y ataques que tienen como consecuencia de este patrón de daños participan agentes estatales y no estatales; algunos de estos incidentes forman parte de los "conflictos armados" establecidos, otros no. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, ha expresado su creciente preocupación por este modelo de sufrimiento y en su informe de 2010 sobre la protección de los civiles en los conflictos armados instó a una mayor cooperación de los estados para que hagan públicos los datos sobre los daños y sus propias políticas en este ámbito.1

Para dar respuesta a este patrón de daños, puede trabajarse sobre tres vías:

Una primera vía debería cuestionar y plantear dudas sobre la aceptabilidad de determinadas armas explosivas cuando se utilizan en zonas pobladas. Las armas que destacan por su particular falta de precisión o el impacto de las cuales afecta a una zona de gran extensión, utilizadas en lugares en los que se sabe que hay una gran concentración de civiles, son muy difíciles de conciliar con la obligación moral de minimizar los daños civiles. Por ejemplo, en respuesta a la utilización de cohetes "Grad" en Misratah, Amnistía Internacional ha declarado que "esos cohetes son armas indiscriminadas que no pueden ser dirigidas a objetivos concretos y por tanto su uso puede ser equivalente a crímenes de guerra".2 Con anterioridad, Human Rights Watch ya había insistido en los efectos indiscriminados de la artillería pesada en zonas pobladas. Estas tendencias identificadas por las organizaciones miembros de INEW proporciona una oportunidad de inquirir sobre la aceptabilidad de estos sistemas y solicitar a los países que utilizan las armas explosivas que justifiquen el uso continuado de una manera mucho más rigurosa de lo que han hecho hasta ahora.

Una segunda vía debería reconocer que el hecho de que un estado utilice armas explosivas contra su propia población es un indicador de que se está gestando algún tipo de crisis. Este tipo de incidentes demuestra una tendencia del estado hacia sus ciudadanos en la que se acepta la exposición de éstos a altos niveles de riesgo, una tendencia que se contradice con las normas habituales de protección consagradas en la legislación nacional, así como en la legislación internacional de derechos humanos. El uso de armas explosivas tendría que ser explícitamente incluido en la matriz de indicadores utilizados en los sistemas de alerta temprana, de prevención de conflictos y de prevención de violaciones graves, ya que sugiere una trayectoria de escalada de la violencia en la que se debilita la protección de los ciudadanos.

Finalmente, la preocupación que provoca el impacto del uso de armas explosivas en zonas densamente pobladas puede proporcionar otra manera de ver determinados patrones de violencia que, de otro modo, se interpretan en términos políticos, a menudo con la etiqueta de terrorismo. Esta clasificación, basada en la "motivación" está abierta a la manipulación política y a que los diferentes grupos la utilicen para favorecer sus propios objetivos. El problema de las armas explosivas en zonas densamente pobladas no viene cargado con este tipo de controversias políticas. Pero permite detectar la existencia de un patrón internacional de daños como consecuencia de este tipo de violencia, que debería ser reconocido como una importante cuestión humanitaria a la que tendría que hacer frente, de forma urgente, la comunidad internacional.

Durante 2011 y 2012 INEW trabajará en la creación de una colaboración más amplia con la sociedad civil para trabajar en estos temas y hace una llamada a los estados y otros actores a tomar medidas para abordar y encontrar una solución a este patrón de daño.3


1. Report of the Secretary-General on the protection of civilians in armed conflict, 11 de noviembre del  2010, S/2010/578, párrafos 48-51. (Volver)
2. Amnistia Internacional: "Libia: nueva lluvia de cohetes contra Misrata", en http://www.amnesty.org/es/news-and-updates/libia-nueva-lluvia-cohetes-contra-civiles-misrata-2011-06-23, 24 de junio del 2011. Véase también la declaración de Amnistía Internacional del 23 de junio de 2011 (IOR 63/002/2011), "African Union must prioritize the protection of civilians in conflict situations, - Pro-al-Gaddafi forces used inherently indiscriminate weapons including those banned internationally such as anti-personnel mines and cluster bombs, and artillery, mortars and rockets in residential areas". (Volver)
3. Más información en la página web del proyecto sobre armas explosivas del United Nations Disarmament Research Institute www.explosiveweapons.info. (Volver)