Entrevista
Jonan Fernandez, director de Baketik
Jonan Fernandez
Foto: Karlos Corbella
Jonan Fernandez ha trabajado activamente por los derechos humanos y la paz en el País Vasco. Durante 14 años estuvo al frente de Elkarri y actualmente dirige Baketik, un centro de investigación sobre la resolución ética de los conflictos basado en la suma de dos conceptos: paz (bak) y ética (etik). En esta entrevista, Fernandez reflexiona sobre los retos en el proceso de paz vasco después del fin de la violencia y sobre la importancia de la reconciliación para superar el conflicto.
Después del anuncio de ETA de cese definitivo de la violencia, nadie duda que estamos ante el principio del fin del conflicto vasco. Ahora habrá que resolver el conflicto político y sentar las bases para la convivencia y la reconciliación… ¿Cuál debe ser la prioridad?
Los dos procesos son prioritarios y lo más importante es que no se mezclen. Hay que diferenciar entre el proceso de resolución del conflicto político –ver cómo dar respuestas a los desacuerdos políticos que hay en la sociedad vasca- y el proceso de reconciliación de la convivencia – qué hacer para remendar los tejidos rotos a lo largo de las últimas décadas-. Empezar con este último creo que será más sencillo y avanzar en cualquiera de los dos ayudará al otro.
¿Qué pasos hay que dar en la agenda de la reconciliación?
La reconciliación tiene tres tiempos: pasado, presente y futuro. Y eso no es otra cosa que buscar respuesta compartida a tres preguntas: qué ha ocurrido en el pasado y por qué, qué tenemos que hacer ahora, y qué hay que hacer para que no vuelva a producirse. Como sociedad tenemos que responder a estas tres preguntas mirando a los ojos a un joven de 15 años. Tenemos que dar una respuesta rigurosa, veraz, que no induzca al odio, sino a la integración y a la convivencia.
La revisión del pasado implica hacer memoria, hablar de las víctimas y del perdón. ¿Es imprescindible perdonar para afrontar el futuro?
El perdón es muy importante, podríamos decir que casi fundamental, pero es voluntario. Este es el quid de la cuestión. Se plantea como si fuera una obligación o una condición, incluso de partida de cualquier proceso, y eso es un error. Ninguna ley establece que alguien deba pedir perdón por obligación porque es un contrasentido: la petición o la concesión del perdón forman parte de la libertad humana de rectificación y solo puede nacer de la libre voluntad de una persona; no se puede imponer ni obligar, se puede recomendar o animar. Lo que es obligatorio en un proceso de reconciliación es el reconocimiento del daño causado (el reconocimiento de las víctimas), un compromiso de no repetición y la asunción de la responsabilidad que cada uno tenga.
¿Qué papel deben tener las víctimas en el proceso de reconciliación?
La víctima tiene derecho a ser oída, a ser reparada, a ser reconocida, y a que no construyamos el futuro como si no hubiera sucedido lo que ha pasado. En cuanto a las decisiones políticas, las víctimas tienen que ser como el resto de ciudadanos, no pueden tener un plus.
¿Qué le parece la creación de un Centro de la Memoria en Euskadi? ¿Es un buen paso?
Nos parece bien pero hay un matiz que hay que subrayar. La revisión crítica del pasado debe tener una condición innegociable: que sea capaz de integrar todas las vulneraciones de derechos humanos que se hayan producido sin ninguna excepción. Porque un proceso de reconciliación se va al garete si hay exclusiones a la hora de reconocer los sufrimientos que se hayan padecido. Un centro de la memoria tendrá que tener en cuenta toda la memoria, no solo una parte. De la misma manera que tendrá que recordar las 839 víctimas mortales provocadas por ETA también tendrá que decir que ha habido 200 víctimas mortales más producidas por grupos parapoliciales o de de extrema derecha o por acciones policiales que vulneraron los derechos humanos. O tendrá que hablar de la tortura… Hay que hacer una memoria sin excluir ni diluir: no se pueden utilizar unas vulneraciones de derechos humanos para diluir otras. Este es el gran reto.
¿Vais a colaborar con el gobierno vasco?
Si se cumple este criterio que acabo de mencionar, Baketik seguro que va a colaborar. Pero si hay cualquier tentación de hacer una memoria selectiva, no. Porque no solo no contribuye a la reconciliación de la convivencia sino que la perjudica.
Otra cuestión que está sobre la mesa es la de los presos. ¿Ve urgente cambiar la política penitenciaria?
En política penitenciaria lo primero que se debería hacer es cumplir la legalidad y, a partir de ahí, empezar a hablar. Aunque resulta paradójico, la política de alejamiento actual no se corresponde con el principio de legalidad y eso históricamente lo ha denunciado Gesto por la Paz, Elkarri, Lokarri…Habría que situar la política penitenciaria al punto de la legalidad y, luego, el conjunto de los partidos políticos e instituciones deberían consensuar una serie de medidas (legislativas, políticas o de indulto) que conduzcan a humanizar la situación penitenciaria y consolidar el clima de paz. En todos los procesos de paz ha habido ese tipo de medidas.
¿Ve al nuevo gobierno del PP preparado para esto?
A corto plazo no y, en solitario, probablemente tampoco. Por eso creo que debe ser una decisión que contara con el visto-bueno de todo el arco político. En Euskadi sí habría una mayoría muy amplia que apoyaría eso y supongo que según vaya pasando el tiempo también la habrá en el conjunto del estado.
¿El gobierno de Rajoy sabrá estar a la altura de las circunstancias?
Yo quiero pensar que sí. Pasados unos primeros meses, habrá la inteligencia suficiente para saber tomar las medidas que consoliden de manera definitiva e irreversible este estado de cosas. Des del punto de visto de la comunidad internacional, no se entendería otra cosa.
El fin de la violencia de ETA obliga también a las organizaciones pacifistas a resituarse. Baketik se ha reformulado después de 5 años de funcionamiento y trabajará junto a Lokarri en el proceso de reconciliación. ¿Qué objetivo tiene el acuerdo de colaboración?
Es muy importante en este momento unir fuerzas y empujar en la misma dirección para que la potencia social de la idea de la reconciliación sea mayor. Lokarri y Baketik, aunque trabajamos en ámbitos diferentes, coincidimos casi al 100% en la orientación del trabajo. Desde los movimientos sociales podemos colaborar con otros agentes – el mundo educativo o los ayuntamientos- para crear una pedagogía nueva sobre la manera de abordar los conflictos, para potenciar una nueva cultura de la convivencia. Hay que conseguir que el aprendizaje de la convivencia llegue a la vida cotidiana de la gente.
¿Desde Cataluña se puede jugar también un papel en el proceso de paz?
Los movimientos sociales y políticos catalanes pueden ayudar a que el proceso se fortalezca desde distintos ámbitos del estado. A la hora de hacer una lectura crítica del pasado y de defender una memoria crítica van a hacer falta miradas y opiniones lo más abiertas posibles.