ENTREVISTA

Jordi Armadans, director de FundiPau

Javier Alcalde
Técnico del Instituto Catalán Internacional para la Paz

Jordi Armadans

Jordi Armadans, politólogo y periodista, es el director de FundiPau. Como miembro de la coalición Armas bajo Control, ha seguido las negociaciones del TCA desde Nueva York.

Cataluña ha participado activamente en el proceso de negociación del TCA. ¿Por qué?

En Cataluña hay una sensibilidad especial en temas de paz que hace que, a pesar de ser un país pequeño y sin participación directa en muchos asuntos diplomáticos y políticos del ámbito internacional, haya un seguimiento de muchas cuestiones relacionadas con la paz. Comparado con otros países, que son más grandes, son estados y tienen diplomacia, etc., en Cataluña se ha entendido que la aprobación del TCA era un proceso importante y que no podíamos quedar descolgados. Además, ha tenido las dos patas: la de la sociedad civil activista, implicada en la campaña directamente, y la parte de un centro de análisis y de investigación, que también es una dimensión importante.

¿De qué maneras concretas hemos contribuido a que ahora tengamos este tratado?

Básicamente de tres maneras: a) sensibilización, porque nosotros somos muy conscientes de la problemática del comercio de armas, del gravísimo impacto humanitario de la proliferación y el descontrol de las armas, pero esto no es un tema conocido y hay que dar a conocer esta realidad y el hecho de que hay que hacer algo, b) conexión con la red internacional, participar en las campañas, en los momentos y en las acciones internacionales, así como la participación física en el proceso diplomático; y c) incidencia política, el contacto con el Gobierno español para ver que realmente estén al caso, que participen en las conferencias diplomáticas, etc.

¿Contactos también con el Gobierno andorrano?

Andorra es un estado muy pequeño y su gente en Naciones Unidas está colapsada por millones de procesos en los que deben participar y, por lo tanto, hay muchas cosas en las que no tienen capacidad de estar presentes. Es cierto que a través de la información que les pasamos, del estímulo que les dimos, se implicaron y sumaron su voto y su presencia en la parte final del proceso. Es un elemento del que estamos muy contentos.

En el ámbito institucional, ¿cuál ha sido el rol de los ayuntamientos y/o del Parlamento?

Un proceso muy bonito que se ha hecho en pocos países tuvo lugar en junio del año pasado, antes de la conferencia diplomática. La cantidad de ONG, ayuntamientos, el Parlament de Catalunya... que se logró movilizar para que expresaran públicamente su apoyo al TCA demuestra que la sensibilización que se hizo aquí genera más sensibilización, porque se habla más en los medios de comunicación, pero al mismo tiempo también obliga a los gobiernos respectivos a estar más al tanto del tema. En este sentido, el TCA levantó un apoyo social e institucional importante.

¿Cuál es la relación entre la campaña por el TCA y las campañas anteriores?

Es interesante, porque es muy poco conocido el hecho de que probablemente el elemento previo más antiguo de coordinación de ONG es una campaña que se inició en España: Hay secretos que matan, de 1994, en la que Vicenç Fisas, una persona con un gran liderazgo y experiencia en este tema, impulsa y consigue que ONG que no son del movimiento por la paz se impliquen: Amnistía Internacional, Intermón, Médicos sin Fronteras y Greenpeace.

¿Qué se pedía con Hay secretos que matan?

Pedíamos que no hubiera tanta opacidad y que hubiera más transparencia en el comercio de armas español. El hecho de que ONG muy grandes trabajaran juntas por un tema como éste fue una parte de la experiencia interesante, que luego se replicó. Por lo tanto, hay un hilo que viene de muy lejos, pero que también ha influido en el ámbito internacional.

Recuperando la idea con la que iniciábamos esta conversación, ¿crees que hay consenso entre los partidos políticos catalanes sobre la política exterior que se debería hacer desde aquí?

Pienso que la sensibilidad de la que he hablado antes se ha contagiado socialmente y, de alguna manera, los actores políticos ven y participan de esta tradición. De hecho, en todos los procesos de desarme internacional en los que hemos participado y hemos pedido al Parlament de Catalunya que se mojara, lo ha hecho y, además, con todos los partidos políticos, en unanimidad: en el TCA, en las armas nucleares, las bombas de racimo y las armas ligeras. También cabe destacar el fenómeno de la objeción de conciencia. Muchísimos jóvenes de este país se hicieron objetores e insumisos. Esto es un poso que hace que mucha gente tenga presente que Cataluña tiene una cierta significación en temas de paz y cualquier partido que piense en el papel que debería tener Cataluña en el futuro en la escena internacional no lo puede obviar.