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My name is Jody Williams

Jody Williams es una figura fascinante. Lo es para cualquier activista por la paz y los derechos humanos, pero aún lo es más para quienes hemos estudiado con cierta profundidad campañas de desarme como la de las minas antipersona. Hemos coincidido en varios encuentros, sobre todo en la época de la negociación del tratado de prohibición de las municiones de racimo. Y como pueden confirmar otros activistas y diplomáticos  es una persona que deja huella.

Y así se refleja en su autobiografía. Escrita para un público estadounidense, esta chica de Vermont con un carisma extraordinario profundiza de nuevo en la autocrítica que ya comenzara en Banning Landmines: Disarmament, Citizen Diplomacy, and Human Security. En cuanto a los intríngulis de la campaña, es cierto que ya algo había explicado en otros lugares, pero nunca con tanto detalle. En este sentido, la autora se autodefine como el poli malo para explicar su rol durante las negociaciones que condujeron a la prohibición de las minas antipersona.

Desde una perspectiva sincera y desde una cierta madurez, recuerda anécdotas ligadas a su fuerte personalidad, así como desacuerdos o discusiones también en el ámbito más íntimo. Y es que lo que es realmente nuevo en este libro es toda una parte personal, incluyendo sus historias amorosas, probablemente menos relevantes para el lector interesado en la diplomacia de la sociedad civil, donde Jody Williams es una figura capital. En este sentido, podemos encontrar útiles reflexiones en primera persona sobre el liderazgo y las diversas formas de liderar.

Quizás, el aspecto más curioso de su vida sea el hecho de que hasta los últimos años de universidad, la conciencia política de Jody Williams era prácticamente inexistente, y sería la universidad de la vida, a partir de una curiosidad para saber cómo funciona el mundo fuera de lo común, lo que la llevaría a convertirse en una de las 100 mujeres más influyentes del mundo. En definitiva, cualquiera de nosotros puede llegar a ser ser una activista que gane el Premio Nobel por la Paz. O, como mínimo, eso es lo que se desprende de esta autobiografía. X.A.