Tribuna

El esperanto, una herramienta de paz

Xavier Alcalde
Técnico del ICIP
Xavier Alcalde

Xavier Alcalde

Históricamente, hemos cometido una injusticia al no incluir al esperanto y a su fundador, Luís Lázaro Zamenhof, en la mayoría de cursos, seminarios y recopilaciones editoriales sobre los pensadores de la paz. Porque tendría que estar, y en un lugar destacado.

Esta propuesta surgió en un contexto de luchas imperialistas y en ausencia de una institución de gobierno mundial o de resolución de los conflictos entre naciones. Dentro del proyecto ético y global en que Zamenhof incluye el esperanto como herramienta básica de comunicación hay también una serie de principios básicos y universales, de reglas de conducta, que bien podrían considerarse como precursoras de los derechos humanos. Son estas ideas que se complementan bien con la noviolencia de Tolstoi y que dentro del movimiento esperantista encarnó especialmente su creador, Zamenhof, interesado, como el escritor ruso, en unir los aspectos más comerciales de la lengua a la idea de puente pacífico entre los pueblos.

No es casualidad que el esperanto alcanzara sus máximas cotas de popularidad e influencia en el periodo de entreguerras, en el que, de hecho, hubo serios intentos de utilizar la lengua auxiliar universal en la nueva arquitectura política internacional surgida después de la Gran Guerra. Se pensaba entonces, y no hay nada que nos invite a pensar diferente ahora, que el uso del esperanto en la Sociedad de Naciones habría facilitado la comunicación entre los pueblos hasta el punto de que habría podido evitar la Segunda Guerra Mundial. Los esperantistas pedían la creación de nuevos controles legales en las relaciones entre estados, junto a un espíritu de mayor entendimiento mutuo.

Eran momentos en que los hechos les daban la razón. Con decenas de miles de personas aprendiendo la lengua auxiliar universal, la esperanza de una sociedad más justa se vislumbraba como realmente posible. En esta misma línea se creaba la Internacional Católica, que también utilizaba el esperanto, tratando de unir catolicismo y pacifismo.

Una de las principales aportaciones del movimiento esperantista al ideal de la noviolencia es el de ser una aplicación práctica de la filosofía de la paz. Históricamente ha resultado muy difícil cristalizar o materializar una idea tan abstracta como es la de la paz. Desde el esperanto, esta idea es mucho más concreta y pasa por lograr la mutua intercomprensión y empatía a partir de una lengua auxiliar común para todo el mundo y fácil de aprender. Es a través de la comunicación, pues, que se llegará a la utopía fraternizadora del esperanto.

¿Cómo poner en práctica estos ideales? Hay ejemplos ciertamente inspiradores, como los japoneses que tradujeron las primeras vivencias personales de la tragedia de Hiroshima y Nagasaki al esperanto, lo que facilitó que esperantistas europeos los tradujeran a las lenguas vernáculas e hizo posible que la sociedad civil de otros países fuera consciente de los sufrimientos vividos por las víctimas de las bombas atómicas.

Durante la Segunda Guerra Mundial se ha documentado la existencia de esperantistas que enseñaban la lengua en los campos de concentración, de esperantistas que escondían judíos y de esperantistas que fueron salvados porque el soldado que los perseguía se dio cuenta de que ambos eran partidarios de esta causa. Actividades similares han tenido lugar en otros conflictos, como la Guerra de Bosnia, aunque en menor escala. Conocidos son también los puentes entre los bloques del Este y del Oeste construidos por los esperantistas durante la Guerra Fría, así como en otros casos de censura o en dictaduras.

Es también en esta lengua en que se hizo una pionera investigación por la paz que estudiaba las raíces sociales y económicas de los conflictos. De hecho, muchos de los principales pacifistas de principios del siglo pasado eran también esperantistas. En aquella época eran palabras casi sinónimas que se evidencian en la actividad de intelectuales como Edmond Privat, el amigo de Mahatma Gandhi, y de Romain Rolland, uno de los principales impulsores del esperantismo después de la muerte de Zamenhof y pacifista noviolento que hizo campaña por la independencia de Polonia y de la India.

Pero la aportación del esperanto va más allá del nivel del entendimiento entre los estados, al facilitar la coexistencia pacífica de las personas, de la gente. En este sentido, la UNESCO, que ha reconocido el valor del esperanto en diversas resoluciones, dice en su preámbulo que la paz comienza en las mentes de las personas. Y es aquí donde actúa la propuesta de Zamenhof. Más allá de los canales oficiales de comunicación y más allá de las declaraciones abstractas de cooperación internacional, es en el nivel de los contactos personales donde se produce el impacto.

Y es que el pensamiento del médico polaco evolucionó, como evolucionó su movimiento. Así, si Zamenhof propuso en sus últimos años la creación de un tribunal europeo para regular conflictos y de unos Estados Unidos de Europa, también la Asociación Esperantista Universal pasó de la utopía al internacionalismo práctico, y fue una de las primeras organizaciones internacionales en proclamarse de acuerdo con los objetivos de las Naciones Unidas. Considerando el problema de la ausencia de una lengua mundial unido al resto de problemas sociales, el destino del esperanto iría ligado al del movimiento por el establecimiento de un orden internacional más pacífico y justo. Hoy, en la convergencia de agendas de los movimientos sociales, los pioneros esperantistas estarían en la esencia de la noviolencia altermundista promovida por los activistas a favor de la solidaridad internacional que buscan un nuevo orden mundial más justo y pacífico.

Podemos discutir la viabilidad actual de la apuesta lingüística (muchos lo ven como la solución a gran parte de los problemas que sufre el actual Parlamento Europeo), pero lo que es innegable es la aportación de Zamenhof al pensamiento pacifista. Es urgente recuperar su legado.

Para saber más veáse el trabajo de Ulrich Lins "The work of the Universal Esperanto Association for en more peaceful world". Rotterdam 2000. Esperanto Documentos 45 A.