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La tradición de la Noviolencia en Catalunya

Jaume Botey
Profesor de Ciencias de la Educación de la UAB
Jaume Botey

Jaume Botey

Desde el final de la guerra civil, Catalunya ha visto nacer de forma continuada grupos sobre paz o contra el militarismo. El sentimiento en torno a la paz en Catalunya es un sentimiento arraigado, probablemente más que en ningún otro lugar del Estado. Primero se concentró en iniciativas de la Iglesia como la Pax Christi desde 1954. Más tarde --a partir de la encíclica Pacem in Terris y del Concilio Vaticano II-- en las delegaciones de Justicia y Paz de cada diócesis. Pero pronto aparecieron también iniciativas de inspiración civil como las vinculadas al sistema de Naciones Unidas --Amigos de la UNESCO y la Asociación para las Naciones Unidas-- o, en 1967, el Instituto Víctor Seix de Polemología para dar contenido científico al tema de la paz, antecedente de la Universidad Internacional de la Paz que desde 1984 tiene sede en Sant Cugat del Vallès.

Fue un camino largo, en el que participaron el mismo Víctor Seix, Frederic Roda, Joan Misser, Joan Botam, Joan y Llorenç Gomis, y muchos otros, verdaderos profetas para la paz en nuestra casa. Estábamos en plena dictadura militar pero los debates y conferencias, las rutas de Pax Christi o publicaciones como El Ciervo eran semillas en un terreno fértil. Aún no se había formulado de manera explícita la estrategia de la noviolencia como método de lucha, pero Gandhi, Luther King, Helder Câmara o Lorenzo Milani contaban ya con mucha influencia en Catalunya.

Asumir y promover la noviolencia como modelo de existencia y actitud espiritual exige un valor personal y una fortaleza interior considerables. Aquí el primer colectivo de noviolencia fue el grupo Amics de l'Arca. Lanza del Vasto había promovido en Francia la comunidad del Arca bajo los principios de noviolencia, vida comunitaria, autosuficiencia, contacto con la naturaleza y apertura a todas las religiones. Amics de l'Arca difundió estos principios a través de campamentos (Castellterçol, Malla), de la librería en el Arc de Santa Maria o del contacto con personas y colectivos afines como Pérez Esquivel, Jean Goss o Gonzalo Arias, autor del libro Los encartelados. El grupo estaba formado, entre otros, por Jordi Maluquer, Lluís Fenollosa, Fèlix Saltor, Maria Casas, Marta Casas y Àngels Recasens. A partir de 1981, con el nombre Artesans per la Pau, impulsaron una concentración que tenía lugar cada jueves ante el Palau de la Generalitat.

A finales del franquismo, dentro del ejército surgió de manera clandestina un colectivo insólito: Unión Militar Democrática. Sus miembros, fieles a lo que consideraban la función del ejército, hicieron objeción de consciencia en el sí del ejército franquista. Todos sus miembros serían condenados por un Consejo de Guerra. Los comandantes Josep Delàs y Juli Busquets formaron parte de este colectivo.

Pero fue Lluís M.ª Xirinacs quien a principios de los años setenta formuló y casi personificó en Catalunya --desde su primera huelga de hambre en 1973 hasta su muerte-- la acción política noviolenta. El amor al adversario y el análisis de la realidad fueron dos de sus principios básicos de la acción noviolenta. Dotado de un alto grado de utopía, vivió permanentemente entre el "sistema" y el "antisistema", entre la política y la libertad del movimiento de la noviolencia respecto de la política tradicional. La fundación Randa impulsa hoy la difusión y el estudio de su legado.

La Objeción de Conciencia al servicio militar se preparó casi como acción colectiva de apoyo a Pepe Beunza por parte de los Amics de l'Arca, con declaraciones y marchas antes incluso de su primer ingreso en prisión. En 1974, cuando ya había salido de la cárcel, el primer grupo de objetores se instaló en Can Serra (l'Hospitalet) para realizar un servicio civil alternativo, colaborando en tareas del barrio bajo la responsabilidad de la parroquia. Al año siguiente, un mes después de la muerte de Franco, Martí Olivella, Jesús Vinyes y otros cinco compañeros del resto del Estado fueron detenidos y llevados a diferentes prisiones. Pero al año siguiente, quienes se encontraban en la misma situación ya no eran siete sino trece, y, en el siguiente, treinta. La sensación era de victoria: un alud imparable. Al movimiento se sumaron inmediatamente colectivos de jóvenes más o menos cercanos al pensamiento libertario que también reclamaban la insumisión, como el Mili KK, el Ganva-Gamba (Grup Acció No-Violent Antimilitarista y Grup Antimilitarista de Barcelona). Desde el Casal de la Pau (1981-1984) impulsaron el movimiento noviolento catalán a través de publicaciones como La puça i el General, o de lo que llamaron acción directa noviolenta y que después ha continuado en movimientos sociales alternativos, demostrando una vez más la autonomía política del movimiento. En el marco de las ONGs surgieron nuevas entidades como la Fundació per la Pau impulsada por Alfons Banda, Toni Soler y, más adelante, Jordi Armadans.

La campaña por el NO al referéndum de ingreso en la OTAN de marzo de 1986, que tuvo como portavoces a Gabriela Serra y Rafel Grasa, facilitó la confluencia, no sin dificultades, de todos los sectores del movimiento por la paz: políticos, sociales, eclesiásticos, y de noviolencia. Fue una campaña unitaria y masiva. El referéndum evidenció los valores y la importancia de la izquierda extraparlamentaria. Coincidiendo, además, con las grandes movilizaciones europeas contra la instalación en Europa de misiles de Estados Unidos, facilitó que un sector de la izquierda política (Manolo Sacristán y la revista Mientras Tanto) se cuestionara por primera vez la posibilidad de la noviolencia como estrategia política de lucha.

El tema de la paz ha entrado finalmente a formar parte de la conciencia civil, a tener tratamiento académico y reconocimiento institucional. En el aspecto académico cabe destacar la escuela Cultura de la Pau de la Universitat Autònoma de Barcelona dirigida por Vicenç Fisas desde su nacimiento en 1999. Las grandes organizaciones (Cruz Roja, sindicatos, mujeres, boy scouts, centros cívicos) le dedican recursos, forma parte de la Educación para la Ciudadanía, se ha constituido la Federación de ONGs... Pero la sensación de impotencia ante los grandes conflictos bélicos de hoy (Irak, Palestina, Afganistán) o los conflictos africanos resulta agobiante. Obviamente el movimiento por la paz, lleno de matices, ha ganado en madurez, aunque desde el mundo de la realpolitik pueda ser visto como testimonial. Es desesperante, por ejemplo, la distancia que existe entre las propuestas del pacifismo y las opciones estatales para la guerra (gastos militares, investigación, comercio de armas, minas) que de manera permanente denuncia el centro Josep Delàs de Justícia i Pau, especialmente por parte de Arcadi Oliveres y Tica Font. Desde este mismo centro, Pere Ortega, Tomàs Gisbert, Alejandro Pozo y Pepo Gordillo continúan impulsando la estrategia de la noviolencia desde la investigación o acciones como la objeción fiscal. Otros grupos (Brigadas Internacionales por la Paz, NOVA, Fuerzas de Paz Noviolentas) mantienen el activismo noviolento en lugares de conflicto.

Para acabar, podría decirse que todos los elementos de esta historia suman. Por una parte, los nuevos movimientos por la paz, de manera emblemática la plataforma Aturem la Guerra (Francesc Tubau, M.ª Pilar Massana, David Karvala, Roser Palol...) han sido capaces de integrar colectivos de ideología, procedencia política o estrategia distintos, conscientes de que ante la gravedad de un mundo en guerra permanente hay que dejar los matices en segundo plano. De otra parte, en el aspecto institucional, en 2003 el Parlament de Catalunya aprobó por unanimidad la Ley para el Fomento de la Paz, que prevé la creación de dos instrumentos: el Consejo para el Fomento de la Paz, de carácter representativo, creado en 2005, y el Instituto Catalán Internacional para la Paz, creado en 2007.