Editorial

Nuevas esperanzas

Tengo un sueño... – Martin Luther King Jr.

La frase que encabeza este texto es el inicio, también el título, de uno de los discursos más conocidos del reverendo King, pronunciado en 1963 y considerado como inspirador de las revueltas noviolentas de la población negra estadounidense. Hoy en día, casi cincuenta años después, sus palabras parecen resonar en lugares distintos, en un año cuyos dos primeros meses nos han traído algunas noticias esperanzadoras.

Imagen: Egipto, 1 de Febrero de 2011

Fotografía: Ahmad Hammoud

Primero, el 10 de enero, el último comunicado de ETA, insuficiente y revelador de debates internos, en la línea de lo que pedía —siguiendo la estrategia GRIT de pasos unilaterales— el grupo internacional articulado en torno a Brian Currin. Un poco más tarde, la izquierda abertzale presentó los estatutos de una nueva formación política, y manifestó claramente que la renuncia a la violencia era explícita, unilateral y sin retorno. Se abre una situación estimulante, que Pedro Ibarra examina en Tribuna

Segundo, y casi simultáneamente, se iniciaba en Túnez una revuelta ocasionada por el incremento en el precio de los alimentos básicos. Aunque no era la primera vez que ocurría algo así, esta vez las consecuencias han sido imprevisibles. Pocos días después el presidente tunecino se veía obligado a abandonar el poder ante el clamor popular, un clamor que ha continuado haciéndose oír hasta provocar la renuncia del primer ministro. El resto de los países del mundo árabe e islámico también se han visto sacudidos por revueltas populares, en un claro efecto de contagio: Egipto, Yemen, Bahréin, Libia, Omán…, algunos movimientos en Irán…, una lista incompleta, dado que el efecto de bola de nieve todavía persiste. No falta quien ya ha bautizado el 2011 como el año de las revueltas. Los acontecimientos han coincidido también con este número dedicado en la Noviolencia, razón por la cual En profundidad dedica un artículo de Rafael Grasa a examinar estos hechos desde el pensamiento noviolento, teniendo en cuenta la importancia que la desobediencia civil noviolenta ha tenido hasta ahora en esos procesos de cambio, con la excepción de Libia.

Además, en la sección En profundidad hemos intentado hacer un repaso de diferentes aspectos de la noviolencia, desde la teoría y la historia hasta la práctica. Los artículos de Jaume Botey, Pere Ortega, Luca Gervasoni y Carlos Pérez ofrecen una visión panorámica del pensamiento y la acción noviolenta, tanto desde la perspectiva de la tradición catalana como desde la dimensión teórica y práctica. También cuenta la sección Tribuna con un artículo de Xavier Alcalde en el que recuerda los cimientos pacifistas de la lengua universal: el esperanto.

Las esperanzas, sin embargo, no nos hacen olvidar la persistente realidad, que incluye el gasto militar, la securitización del desarrollo o la creciente importancia de la privatización de la seguridad. También permanecen en el recuerdo hechos dolorosos que, dada la incapacidad de los actores directamente implicados y de la comunidad internacional, se van enquistando. Es lo que ocurre en Costa de Marfil, donde continúa el impasse postelectoral, con persistencia de la violencia y una sucesión de misiones mediadoras sin éxito, una situación que complica sobremanera la gobernabilidad y, fundamentalmente, la vida cotidiana.
Por otro lado, el conflicto palestino-israelí continúa en un punto muerto y, en este caso, las revueltas en el mundo árabe parecen reforzar la tendencia al inmovilismo. Tampoco se avistan mejoras significativas en Colombia —donde a principio del 2011 las expectativas son también esperanzadoras— o en Afganistán.

Todo ello dibuja un panorama internacional incierto y al mismo tiempo apasionado. Habrá que esperar unos meses para conocer la evolución del sueño con respecto a los vientos de cambio y de paz.