Entrevista

Entrevista a Gervasio Sánchez

Cèlia Cernadas
Periodista de Catalunya Ràdio
Gervasio Sánchez

Gervasio Sánchez
(Foto: Diego Sánchez)

Gervasio Sánchez, fotógrafo y periodista, autor de los proyectos "Vidas minadas" y "Desaparecidos"
Las víctimas de las minas antipersona fueron el objetivo de su primer gran trabajo. Los desaparecidos en los conflictos y el padecimiento de sus familias ha sido el segundo, un proyecto que le llevó a América Latina, Asia y Europa. "Desaparecidos" se está exhibiendo en tres puntos diferentes de España: 250 fotografías, muchas de gran formato, que muestran salas de tortura, prisiones y, sobre todo, personas; personas que, en muchos casos, llevan décadas buscando a sus familiares. Pero Gervasio Sánchez (Córdoba, 1959), periodista del diario Heraldo de Aragón, también trabaja la actualidad del día a día, y deja constancia de sus impresiones en su blog "Los desastres de la guerra" (http://blogs.heraldo.es/gervasiosanchez/)

Dice que el periodista de guerra no puede considerarse tal hasta que no lleva cuarenta años dedicándose...
El mal llamado "periodismo de guerra" es una especialización más del periodismo, pero con sus propias reglas. Creo también que hay gente en el mundo del periodismo a quien le encanta ser protagonista, cuando los protagonistas tendrían que ser las historias. Me sorprende mucho conocer a periodistas que ni siquiera han vivido la periferia de la guerra y que se definen así, como periodistas de guerra. Imagínate a un joven que va ahora a Libia, escribe unas cuantas crónicas y ya se considera como tal. Yo llevo 25 años dedicándome a esta especialidad, y ni me declaro periodista de guerra ni quiero hacerlo. Quien quiera ser periodista o fotógrafo de guerra tiene que atenerse a las consecuencias, y trabajar toda su vida.

¿Cómo ha evolucionado la representación de la guerra en los medios de comunicación?
El periodismo de conflicto siempre ha estado muy relacionado con el espectáculo. No solo hoy, que ya es un escándalo; esa situación se da desde hace décadas. Ya se vio en la guerra civil española, donde se daba más importancia a los fotógrafos mediáticos, algunos muy buenos, como Robert Capa. Desde la propia profesión, el periodismo de guerra siempre ha estado un tanto mitificado; el imaginario incluye elementos como que uno va a pasar miedo, a pasar momentos muy duros, a ser un héroe, cuando, en realidad, de lo que se trata es de hacer un trabajo. La evolución en las últimas décadas ha sido negativa, sobre todo debido a la influencia de la televisión, que obliga a hacer las cosas muy rápido, con mucha competitividad, sin tiempo para reflexionar.

¿Y cómo queda la profesión?
En la guerra hay periodistas muy buenos y periodistas malísimos que engañan continuamente. También influye que los medios solo quieren espectáculo, especialmente la televisión. Hace unos años te pedían una crónica de 3 minutos, y hoy de 50 segundos, y por lo tanto es inevitable que muchos acaben cayendo en el sensacionalismo y escribiendo la crónica a partir de lo más evidente y de lo más escandaloso. Esto también sucede en la prensa escrita. Hace veinte o treinta años, cuando ibas a Bosnia, o a Sudamérica, tenías auténticos problemas para enviar tu crónica. A veces el teléfono no funcionaba, era muy caro, a veces no encontrabas un fax... Y resulta que hoy, que es tan fácil transmitir, los periodistas cada vez se alejan más de los lugares donde pasan las cosas y cubren conflictos a miles de kilómetros, simplemente filtrando lo que se cuece en Internet. Se trata de una corrupción periodística gravísima.

Como contrapunto "Desaparecidos" es fruto de muchos años de trabajo. ¿Qué le mueve a dedicarse tantos años a una sola causa y cómo consigue hacer visible este trabajo teniendo en cuenta lo que acaba de comentar?
Precisamente, como le dedico tanto tiempo, no tengo prisa en alcanzar el resultado. Cuando llega el momento de su publicación, tiene que hacerse muy bien. El proyecto de "Desaparecidos" empezó en el 98 y he tardado 13 años en lograr que se materialice. Trabajando sin la urgencia que tienen otros me puedo permitir el lujo de organizar bien las cosas. En el mundo del periodismo solo se puede hacer eso si crees firmemente en esta forma de hacer las cosas. Mientras tanto, hago periodismo de actualidad. Afganistán, Irak, Colombia, Bosnia... Es en estos países donde yo he trabajado los últimos años, y de aquí han salido "Vidas minadas" o "Desaparecidos". Aprovechaba los viajes para buscar historias que sabía verían la luz a largo plazo. Consigo un salario gracias a mi trabajo del día a día, y con estos proyectos consigo prestigio, calidad e impacto para las historias. El único secreto es trabajar más que el resto.

Tanto en "Vidas minadas" como en "Desaparecidos" se percibe una relación estrecha con las víctimas, con esas personas que tienen nombres y apellidos...
La obligación del periodista es transmitir con decencia lo que está viendo. Siempre les digo a los periodistas jóvenes que si no estás dispuesto a vivir el dolor de la guerra, de las víctimas, no podrás transmitir con decencia.

¿Qué responsabilidades tiene un periodista que trabaja en una zona de conflicto y, por lo tanto, cara a cara con el sufrimiento humano?
Muy altas. No puede dañar más a la persona que está sufriendo: a veces es más valiente dejar de hacer fotos que hacerlas, dejar de preguntar que hacerlo, porque los periodistas pueden incluso llegar a provocar incidentes armados. Tienes que actuar bajo unos parámetros éticos y morales incontestables. Tu comportamiento tiene que ser lo bastante maduro como para no caer en la trampa de buscar una historia gratuita, rápida y mediática. Aquí se ha renunciado al buen periodismo, hay demasiada connivencia con los políticos... Se ha renunciado al periodismo de investigación. ¿Qué es Wikileaks? Solo son filtraciones que demuestran que los periodistas no han hecho bien su trabajo. Y esta renuncia hace que la sociedad sea más manipulable. Un periodista tiene obligaciones. No soy un periodista comprometido, como dicen; soy simplemente un periodista, porque el periodismo es compromiso.

¿Hay formas de violencia peores que el conflicto armado abierto?
Las consecuencias de la guerra a largo plazo son muy duras, las víctimas olvidadas de los conflictos, los desaparecidos, la gente buscando durante décadas a sus seres queridos sin ayuda del Estado, que es quien tiene la obligación de proteger a sus ciudadanos. Las víctimas del franquismo, por ejemplo, son víctimas del Estado español, y es el Estado quien tiene que responder porellas. ¿Cuando? ¿Ahora? O hace 25 años, 35 años... Ahora solo hemos hecho el ridículo más absoluto con el comportamiento vergonzoso de la clase política.

Y aquí entra el periodista...
Sí, lo que quiero decir con todo eso es que tenemos que estar siempre allí para enseñar que las guerras son letales, que tienen consecuencias a largo plazo, que la única verdad incuestionable de la guerra son las víctimas, y que una guerra solo se acaba cuando se han superado todas sus consecuencias. No importa los años que hayan pasado. Mientras continúe habiendo desaparecidos de la guerra civil española, la guerra no habrá acabado. Mientras haya víctimas de la desaparición forzosa en los Balcanes, la guerra no habrá acabado, les guste o no a los diplomáticos o a los cínicos e hipócritas políticos que tenemos.

Después de tantos años enfrentándose con los conflictos y con la miseria, ¿qué ha aprendido sobre el hombre?
Que es incapaz de vivir sin matar, pero no lo digo yo, lo dice la historia. El hombre siempre ha buscado la guerra. ¿Por qué? Porque la guerra es un gran negocio. Yo he visto matar gente, pero para mí los grandes asesinos no son los que matan sobre el terreno; son los que hacen negocio en la trastienda de la guerra, con la venta de armas, consiguiendo petróleo, coltan o diamantes, financiando un grupo armado, como pasa en África, consiguiendo contratos petrolíferos con un tal Gadafi, con quien hace poco todos hacíamos negocios y a quien resulta que ahora atacamos. El hombre negocia con la muerte, negocia con la guerra y se beneficia de ella, y mientras sea un negocio, la guerra no se podrá extirpar.

Precisamente, las cifras sobre comercio internacional de armas no paran de crecer...
El caso de España es un escándalo de tales dimensiones que me cuesta entender. ¿Cómo es posible que un gobierno como el de ahora haya cuadruplicado la venta de armas en solo siete años? El gobierno que más ha instrumentalizado, pisado y utilizado la palabra "paz", el gobierno que ganó las elecciones gracias al rechazo a la guerra de Irak... Este gobierno es el que ha cuadruplicado la venta de armas españolas ante la pasividad de la opinión pública.