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Intereses estratégicos, batallas y escaramuzas periodísticas

Xavier Giró i Martí
Profesor de periodismo en la UAB y miembro del Observatori de la Cobertura Informativa dels Conflictes
Xavier Giró i Martí

Xavier Giró i Martí

Un entramado de factores determina qué conflictos son noticia

Una serie de vectores opera en los grandes medios de comunicación a la hora de tomar la decisión sobre si ocuparse o no de un conflicto, como sobre la manera de hacerlo. La jerarquía internacional entre los países y los flujos informativos mundiales se entrelazan con la naturaleza económica y política de los medios y con la cultura periodística de lo noticiable.

Como punto de partida existe un inmenso flujo de información que llega a los medios procedente de las grandes agencias de noticias, que, salvo contadas excepciones, son todas occidentales. Por ese motivo, el material que suministran prioriza los intereses tácticos y estratégicos de las metrópolis y sus antiguas colonias —con las cuales casi siempre hay algún tipo de relación—. Este hecho incluye las confrontaciones internacionales o las internas de otros países con repercusiones para las grandes potencias.

Que tengan el foco informativo en sus entornos económicos, políticos y culturales se explica porque, por ejemplo, las agencias estadounidenses, británicas, francesas, españolas, etc., sirven sobre todo a medios de sus propios países y, lógicamente, para sus respectivas audiencias resulta más atractivo que les hablen de ámbitos relativamente próximos.

Hay medios que no cuentan con corresponsales en el extranjero; por lo tanto, su elección se circunscribe al límite que le marca la oferta informativa de las agencias. Los que tienen corresponsales, los sitúan, por un lado, en lugares de indiscutible importancia como Jerusalén o Washington, y por otro lado, en zonas de interés para el país donde se difunde el medio. Por ejemplo, los españoles priorizan América Latina, los franceses el Magreb y África subsahariana.

De hecho, la red de corresponsales otorga prestigio y personalidad al medio para el que trabajan, dado que despliegan un enfoque diferenciado sobre los temas —tanto profesional como ideológicamente— respecto de lo que hacen otros medios con los que compiten. Sin embargo, los corresponsales no son tan solo un elemento de lucimiento y, cuando se trata de trabajadores en plantilla, su sueldo tiene que amortizarse; por ese motivo, asiduamente se les pide contribuciones que inevitablemente serán de la zona donde se encuentran. He aquí un vector que refuerza la prioridad derivada de la metrópoli.

Cabe añadir que, eventualmente, dentro de su área, se ocupan también de conflictos poco o nada conocidos, aunque de forma limitada, porque el espacio informativo es finito y reducido y está delimitado por los asuntos que se consideran de actualidad dentro del sistema de medios.

Ahora bien, ¿como se determina qué es la actualidad? En líneas generales, hay dos mecanismos contrapuestos. El primero consiste en seguir la agenda marcada por los medios "estrella" —CNN, The New York Times, etc. —. Es tan flagrante que existen infinidad de anécdotas periodísticas en las que se relata cómo el jefe de informativos pide a los corresponsales o enviados especiales que elaboren informaciones sobre la base de lo que acaban de ver u oír en la CNN.

El otro, aparentemente paradójico, consiste en mirar qué es lo que ha ofrecido la competencia. Si todos han hecho más o menos lo mismo, autoconfirman la corrección de su criterio; y si uno discrepa, entonces debe preocuparse, porque desentona, y así se cierra el círculo.

La práctica selectiva descrita se combina con criterios periodístico-ideológicos. En términos cuantitativos, un contencioso merece convertirse en noticia si afecta a muchas personas o si supone una gran destrucción material.  En términos cualitativos, si los hechos afectan a personas con poder —aunque sean pocas— o si comportan una vulneración de los derechos humanos escandalosa para la opinión pública, sin necesidad de que afecten a un alto número de individuos. En este grupo se incluirían los casos de torturas.

En ocasiones, teniendo en cuenta estos criterios, puede ocurrir que conflictos que no encajan del todo dentro del interés de las metrópolis ocupen un espacio porque alguien dentro de la redacción, en una especie de escaramuza periodística, consigue colarlos. Y aunque se trate de una práctica existente es preciso entender que, por ejemplo, el criterio de solidaridad no constituye la regla, sino una excepción a la norma.

Hasta aquí los vectores que explican por qué muchas conflagraciones no son mediáticas. ¿Pero cómo explicar las que si aparecen y después desaparecen aunque continúen?

La batalla por la audiencia se libra en torno a una pregunta clave: ¿qué hay de nuevo? Un conflicto que no evoluciona, no aporta novedades, deja de ser noticia. Y si, aunque se produzcan cambios, el periodista no los sabe ver o no los sabe explicar, entonces también deja de ser noticia.

Si los medios lo cubren, pero aparece uno más fresco, recién explotado, inexorablemente es más nuevo, tiene interés y, por lo tanto, es probable que desplace parcial o totalmente el anterior porque el espacio informativo —como ya se ha apuntado— es limitado. Si, además, "el viejo" no era una preferencia del medio —por el motivo que fuera—, tendrá todos los números para desaparecer.


Siguiendo los criterios expuestos resulta casi innecesario mencionar que, si se trata de un conflicto que cuenta con un proceso de paz en curso, el interés decae, porque justamente los procesos de paz son lentos, quieren calma y distensión; en fin, casi un catálogo del tipo de acontecimiento que no produce noticias con la intensidad que los medios requieren para captar fácilmente la audiencia. Por esta razón existe una fuerte tendencia a abandonar el terreno cuando la violencia cesa, aunque justo sea entonces cuando se inicien la resolución, la reconstrucción y la reconciliación.

Todo lo expuesto es matizable para cada medio de comunicación en función del tamiz ideológico que se aplique. Los intereses particulares empresariales en un país o las alianzas políticas de los medios pueden explicar sus derivas informativas. Ahora bien, la tendencia general sobre la presencia informativa de los conflictos queda determinada por los factores señalados previamente.