Tribuna

La educación para la paz y la escucha

Marina Caireta i Sampere
Educadora y coordinadora del programa de Educación para la Paz de la Escola de Cultura de Pau
Marina Caireta i Sampere

Marina Caireta i Sampere

Seis sabios hindúes, dedicados al estudio, quisieron saber qué era un elefante. Como eran ciegos, decidieron descubrirlo mediante el tacto. El primero se situó al lado del elefante, chocó contra su ancho y duro lomo y dijo: "Ya veo, es como una pared". El segundo, palpando el colmillo, bramó: "Esto es tan agudo, redondo y liso que el elefante es como una lanza". El tercero tocó la trompa retorcida y dijo: "¡Dios me entregue! El elefante es como una serpiente". El cuarto extendió su mano hasta la rodilla, abrazó la pata y dijo: "Está claro, el elefante es como un árbol". El quinto, que casualmente tocó una oreja, exclamó: "Hasta el más ciego de los hombres se daría cuenta de que el elefante es como un abanico". El sexto tocó la oscilante cola y dijo: "El elefante parece una soga". Y entonces los sabios discutieron largamente. ¿Quién tenía razón?

Las personas nos encontramos implicadas en conflictos y luchamos por satisfacer nuestras necesidades: eso es legítimo. El reto está en hacerlo de forma noviolenta y cooperativa, y tratar de responder a la pregunta "¿Cómo podemos solucionar conjuntamente el problema que compartimos?", y superar el planteamiento competitivo relativo a "¿Cómo hago para resolver mi problema, aunque esto implique tener que pasar por encima del otro?". Para conseguirlo se requiere mucha escucha.

Como los seis sabios ciegos, en la lucha por nuestras necesidades a menudo confundimos el conflicto (el elefante entero) con nuestra percepción (una parte del elefante), construida sobre la base de nuestras necesidades, habilidades y trayectoria personal. Sin capacidad de escucha, nunca será posible reconocer el elefante entero.

Desde la educación para la paz (EP) entendemos que para alcanzar este reto hay que esforzarse en proveernos de recursos y habilidades que nos lo hagan posible; es lo que denominamos la provención. Este proceso requiere diferentes pasos: conocimiento de uno mismo y del otro, aprecio mutuo, confianza, comunicación y cooperación. La comunicación aparece como el trabajo ligado a ser capaces de explicarnos y de escuchar al otro, tanto en momentos de calma como de tensión. Esto quiere decir escuchar activamente o, en otras palabras, escuchar hasta entender lo que la otra persona quiere decirnos y, sobre todo, hacerle sentir que le estamos escuchando.

Pero, como los seis ciegos, el oído nos resulta insuficiente para escuchar. Por un lado tenemos condicionantes internos que nos facilitan o dificultan poder escuchar: en caso de conflicto son frecuentes los sentimientos de amenaza o el cuestionamiento de la propia persona; la rabia que nos hace enquistarnos en la postura más cerrada; una cultura orientadora hacia una mirada específica del mundo; una educación más o menos rígida, etc. Posiblemente no somos conscientes de esos condicionantes, que debemos reconocer, aceptar y transformar.

Por otro lado, a menudo concebimos la escucha como algo relacionado solo con el oído. Los seis sabios discutían haciendo uso de los oídos pero investigaban empleando también otros sentidos. En el ámbito de la EP entendemos que la escucha va mucho más allá. Ciertamente, es importante entender las palabras que el otro dice, pero no basta con eso. Vivimos en el mundo en la medida en que tenemos un cuerpo físico que nos da presencia y que nos permite recibir estímulos a los cuales respondemos expresándonos. Este continuo proceso de recepción-expresión es lo que entendemos por comunicación. Esta puede ser verbal o no verbal, podemos comunicarnos a través de la mirada, del tacto, del gesto, del olor... Se dice que la comunicación no verbal representa el 70% del mensaje, frente a tan solo el 30% de la verbal.

Y más allá del cuerpo material, hay que saber escuchar desde el corazón. Conocemos la importancia de escuchar las palabras, pero nos han enseñado poco sobre la importancia de escuchar las emociones, y si no sabemos interpretarlas difícilmente podrán transformarse los conflictos.

En conclusión, desde la EP entendemos que educar en habilidades para la escucha requiere:

  • Educar en la provención, en cuanto que promueve habilidades para la convivencia.
  • Trabajar técnicas y recursos de comunicación y escucha activa: técnicas para saber parafrasear, recapitular, preguntar de forma adecuada, mostrar atención, etc.
  • Desarrollar los diversos lenguajes expresivos, para ampliar las habilidades comunicativas de receptividad desde todos los sentidos y de expresión desde todos los lenguajes (trabajar desde la plástica, la música, el teatro, etc.).
  • Educar en las emociones, reconociendo el peso que tienen en los conflictos y la importancia de saber identificarlas y expresarlas.