Tribuna

Servicios Civiles de Paz: una apuesta europea por la resolución noviolenta de conflictos

Rubén Campos
Experto en temas de construcción de paz y noviolencia. Trabaja en el Club de Madrid
Ruben Campos

Rubén Campos

Desde la década de 1990 han surgido, en el marco de la Unión Europea y de diversos Estados miembros, propuestas para la creación de Servicios Civiles de Paz (SCP) con el apoyo de las administraciones públicas. En diferentes países europeos la idea se ha desarrollado con algunas variaciones, pero siempre con el enfoque compartido de mejorar la capacidad de la sociedad civil para intervenir y construir oportunidades de paz en conflictos violentos internacionales.

Los SCP son herederos del nuevo paradigma de la política de la noviolencia que Gandhi desarrollo en India y Sudáfrica en la primera mitad del siglo XX y que abrió la posibilidad de construir todo un nuevo repertorio de acciones para la lucha social y política a gran escala. Su difusión por los movimientos de cambio en el mundo entero, desde la segunda mitad del siglo XX, ha incorporado la política de la noviolencia a la memoria cultural colectiva de la humanidad.

El origen de la intervención de civiles en conflictos violentos lo podemos encontrar en el desarrollo, desde mediados del siglo XIX, de la dimensión humanitaria del derecho internacional, con la creación de normas internacionales y organizaciones como el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en la ciudad de Ginebra en 1863.

En esta misma línea, por ejemplo, en 1919, un grupo de pacifistas cristianos europeos bajo el liderazgo de Pierre Ceresole impulsaron la creación de un servicio civil, en oposición al servicio militar obligatorio, lo que dio lugar a la creación del Servicio Civil Internacional, cuyo objetivo era conseguir la participación de voluntarios de todo el mundo para realizar tareas de reconstrucción en zonas devastadas por la guerra o desastres humanitarios.

Un paso adelante fundamental en la necesidad de involucrarse más directamente en tareas de resolución de conflictos, y no sólo en la intervención humanitaria en los mismos, fue la propuesta de Gandhi de crear un Shanti Sena (Ejército de Paz), un cuerpo de voluntarios que, utilizando las mismas técnicas noviolentas que él estaba desarrollando para la lucha por la independencia, pudiera realizar tareas de construcción de paz en conflictos.

El ejemplo del Shanti Sena ha sido seguido y elaborado posteriormente por organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo. Algunos ejemplos destacados de este tipo de iniciativas son las Brigadas Internacionales de Paz o las Fuerzas de Paz Noviolentas.

En el ámbito estatal, esta dimensión civil y noviolenta de la construcción de la paz ha comenzado a cobrar mayor importancia desde la década de 1990 con el surgimiento de una nueva visión de la seguridad humana y la prevención de los conflictos, en la que destacan dimensiones no militares de la seguridad y un papel más activo de los civiles. Por ejemplo, en el marco europeo, la gestión de crisis en el marco de la Política Europea de Seguridad y Defensa ya incluye la reivindicación de un mayor peso del componente civil.

En paralelo a esta redefinición de las políticas de seguridad y los proyectos de creación de cuerpos civiles internacionales para la paz, los SCP, fomentados desde diferentes países europeos, se definen como iniciativas de intervención en conflictos de largo plazo encabezadas por la sociedad civil y apoyadas y coordinadas con el poder público, que trabajan en la transformación de los conflictos con medios noviolentos y cuyo objetivo es la reducción de la violencia.

Desde hace tiempo, existen organizaciones sociales y otras de carácter gubernamental, dedicadas a preparar y enviar civiles no armados para intervenir en conflictos violentos, que han acumulado una amplia experiencia y una reconocida eficacia y cuyo trabajo se ve claramente favorecido con la creación de un instrumento de política pública de este tipo.

Redes de organizaciones de la sociedad civil europea involucradas en construcción de paz como la Red Europea de Servicios Civiles de Paz o la Oficina Europea de Coordinación para la Construcción de la Paz se han establecido para defender la necesidad de crear institucionalmente estos SCP en el marco europeo, lo que redundaría, en su opinión, en mejorar la imagen y la eficiencia de la UE como agente global de construcción de paz.

En diferentes países europeos la idea se ha desarrollado con algunas variaciones, pero siempre con el enfoque compartido de mejorar la capacidad de la sociedad civil para intervenir y construir oportunidades de paz en conflictos violentos internacionales. El Servicio Civil de Paz en Alemania (Ziviler Friedensdienst), se ha convertido en el modelo de referencia en este campo.

Los proyectos del SCP alemán se planifican y ejecutan en forma de intervenciones de larga duración en el contexto de conflictos violentos, activos o latentes, entre grupos sociales dentro de un país o una región o en forma de una contribución a la prevención de tales conflictos. Los proyectos se desarrollan en cada una de las tres fases de un conflicto, es decir en la prevención, la transformación y las actividades post-conflicto.

Su objetivo general consiste en reducir o evitar la violencia, promover el entendimiento y contribuir a una paz duradera y justa, todo ello en cooperación y con el liderazgo de las organizaciones contrapartes locales. En los últimos diez años, el SCP alemán ha contado con 116,8 millones de euros. En la actualidad, más de 200 consultores están trabajando en proyectos en 50 países, con un apoyo de alrededor de 300 profesionales locales.

En toda Europa, existen proyectos para implementar SCP en muchos estados y regiones siguiendo el modelo y los resultados e impacto logrados desde Alemania. La idea de un Servicio Civil para la Paz catalán, promovida por organizaciones de la sociedad civil y que cuenta con el interés de parte de la clase política catalana, tendría un rol pionero en el desarrollo de esta dimensión de la construcción de paz.

La tradición catalana de gestión de la diversidad desde la resolución pacífica de conflictos y el establecimiento de una cultura de paz, hacen de Cataluña un espacio privilegiado para poner en marcha esta iniciativa, que continue construyendo el viejo sueño de generaciones de trabajadores por la paz de un mundo en el que los conflictos puedan ser solucionados sin necesidad de recurrir a la violencia.